김 다현

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–Nosotros nos encargamos, ya puede retirarse detective Myoui–

–Capitán ¿Me va a decir que también las asesinó desde la prisión? – Sus ojos, inyectados en sangre se clavaron en su jefe– Está claro que el asesino no es Seojoon–

–Es suficiente, ya le dije que nosotros lo cubrimos–

Dos oficiales se acercaron para sacar a Mina. 

–No me toquen. Yo me voy de aquí–

La nipona salió de la cafetería. Sentía como la vida se le caía a pedazos, pero la adrenalina y su furia la mantenían en pie.

Entró a su auto, descargando su cabeza contra el volante sin importarle si se golpeaba o no. El corazón le dolía lo suficientemente como para acaparar toda su atención.

Comenzó a pensar.

Recordó las donas. El veneno.

Si Sana y Nayeon habían comprado las donas en la cafetería, debieron haber sido cocinadas por Dahyun o Chaeyoung.  Ese día Chaeyoung estaba con ella declarando... Chaeyoung no podía ser de todas formas. Jeongyeon en la cafetería, Chaeyoung afirmando que no era Lee. ¿Quién más tenía acceso a la cocina? ¿Quién más tenía acceso a la cafetería?

–...Dahyun–

Ella tenía conocimiento de todas. Y como iban a dudar de ella... Era Kim Dahyun. La simpática y divertida Dahyunie.

"No puede ser"

La detective arrancó el auto y salió disparada hacia la casa de la única amiga que le quedaba.

Aparcó su auto unas cuadras antes. Bajó revisando que su arma estuviera perfectamente cargada. Cuando divisó la casa de Dahyun, notó como las luces estaban encendidas. Se acercó lentamente a la puerta, que para su sorpresa se encontraba abierta.

Entró, silenciosa, su respiración agitándose y el dolor carcomiéndole el alma.

Necesitaba respuestas, necesitaba... Venganza.

La venganza no es sana, y ella lo sabía perfectamente, pero cuándo vives el dolor de que te arrebaten todo lo que una vez amaste, tú moral se esconde y la ira te sega.

–Tardaste demasiado en darte cuenta... Minari– Dahyun, salió de detrás de un umbral. Con el brazo sangrando, el mismo con el que le apuntaba directamente a la detective, seguramente con el arma que acabó con la primera de todas sus amigas.

–¡Dahyun! ¡¿Qué mierda pasa contigo?!–

La suave y dulce risa que soltó aquella coreana, enfermo de sobremanera a Mina.

–Calma, no es necesaria tanta agresividad– Hizo una mueca– Si tan solo se lo tomarán con más calma, tú y tu novia si que son salvajes. Mira como me dejó el brazo–

El pecho de Mina ya no era capaz de retener sus fuertes latidos.

–¡Suelta el arma, Dahyun! ¡Esta mierda se acabó!–

–Muy tarde ¿No crees? Solo te queda una amiga y que curioso, es quién asesinó a todas las demás–

–Estás declarándote culpable por el asesinato de todas–

Dahyun se acercó ligeramente, colocando aún más tensa a la detective que la seguía con su arma.

–Claro que lo estoy haciendo, Mina–

–¿P-Por qué? ¡¿Por qué lo hiciste?!– las lágrimas amenazaban con salir– E-Éramos todas tus malditas amigas–

La menor no dijo nada. Se quedó estática en mitad de su sala, con una sonrisa pintada en sus labios. Parecía ocultarlo, no quería darle una respuesta a la detective, le parecía graciosa su frustración.

–¡Contesta, Kim!– Mina sacudió el arma.

–Nos vemos al otro lado, Minari. Ellas te están esperando–

El sonido sordo de un disparo retumbó por toda la sala. Asustando a todos los vecinos y a Mina. Que sintió como su corazón se detuvo.

//

–¿S-Se suicidó frente a usted?–

Ambos azabaches se encontraban sentados en un banco que quedaba muy cerca a la antigua cafetería de su difunta Chaeyoung.

–Se voló la cabeza, sin titubear–

–Kim Dahyun no fue la última víctima...–

Mina suspiró cansada.

–No, no lo fue. Después de eso tuve que huir. Tarde o temprano reportarían el cadáver y no podía arriesgarme–

–...Y ¿nunca supo la razón?–

–No. A pesar de que continúe investigando por mi cuenta, nunca encontré nada, hasta que Seojoon fue encarcelado y el caso se cerró por completo, dejándome sin nada–

El azabache pasó la mano por su cabeza, intentando liberar la tensión en su cuerpo. No esperaba ese fatídico final. Y podía entender el porqué de la actitud de su mayor. A pesar de que en la comisaría la criticaran tanto.

Tras esa larga caminata, bajo las lúgubres luces de esos faroles.

Ahora alguien más era conocedor de toda la verdad.

Pero ¿De qué servía aquello?

Nada traería sus risas de vuelta. Se habían esfumado dejando un corazón completamente roto.

𝐃𝐨𝐮𝐠𝐡𝐧𝐮𝐭 |𝚃𝚆𝙸𝙲𝙴|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora