En casa de Rose...
-Vamos Rose, date prisa, llegaremos tarde. -Le decía su madre mientras cogía los abrigos.
-¡Ya voy ahora mismo, deja que ponga los calcetines! -Rose bajaba las escaleras a pata coja mientras se ponía los calcetines. Hoy iría al Callejón Diagón con su madre, compraría todo el material que necesitaría y por primera vez, visitaría el gran banco de los magos, el Gringotts.-¡Aay! - Se escuchó un ruido estruendo.
-¿Rose, qué haces? -Se asustó la madre, que fue corriendo al pasillo de la casa.
-Auch... -decía la niña dolorida, se había caído al suelo.
-Ay, eso te pasa por andar a prisas, si te hubieras levantado antes, no te habría sucedido. -Su madre le ayudó a levantarse del suelo-. Venga, vamos.
Al llegar al Callejón Diagón, Rose estaba impresionada, todo era nuevo para ella, todo era tan mágico... Y sin contar el banco más seguro de todo el mundo mágico, Gringotts.
La madre de Rose la llevó a dentro, la niña se asustó un poco al ver a esos pequeños elfos trabajando en esas mesas tan altas.
-Hola, perdone, pero me gustaría sacar como unos cien galeones de la cuenta bancaria de la familia Ollmous. -El pequeño hombrecito levantó la vista de un gran libro que estaba escrito con una gran cantidad de números.
Se bajó de la silla y le susurró algo al oído del que estaba a su lado. Éste llevó a Rose y a su madre en un vagón hasta la cámara que les correspondía.
-La 548. -Dijo el pequeño hombre mientras sacaba unas llaves para poder abrir la cerradura.
Tras salir del banco, se dirigieron a Ollivanders, su varita la esperaba.
-Entra tú, yo esperaré fuera. -sonrió Teresa-. Es tu momento. -dijo dándole un empujoncito a la pequeña.
Rose abrió la puerta y se adentró en la tienda, la cual estaba afastada de cajas llenas de lo que serían varitas esperando a sus respectivos magos.
-Bienvenida... Rose, -un hombre apareció de la nada, la niña nisiquiera se percató de su presencia hasta el momento- Rose Ollmous.
-¿S-sabe mi nombre? -tartamudeó ella.
-Espera aquí un segundo, niñita. -advirtió el anciano, quien volvió con un par de cajas en la mano-. Prueba esta.
La pelirroja alargó su brazo para coger dicha varita, la que ella veía como un simple palo por el momento.
-Agítala, agítala. -ordenó deseoso el hombre.
Un estruendo se escuchó de la parte derecha de la pequeña y acogedora tienda, aunque polvorienta.
-No, esa no. -el dueño cogió otra, esta con más cuidado que la otra y se la entregó a la pequeña.
Un pequeño resplandor salió del centro de ésta, haciendo así que se iluminara la cara de la niña.
-Sabía que era esa. -de repente, otro estruendo se escuchó-. Me equivoqué.
-¿Porqué ninguna me quiere? -preguntó la niña frustrada después de dos fallidos intentos.
-Verás, Rose, -comenzó- la varita escoge a su mago.
Entonces, el hombre se volvió a adentrar en el montón de cajas, pero esta vez sólo con una, y la más polvorienta.
-Toma. -dijo, repitiendo la misma acción que antes.
Al coger dicha varita, ésta se iluminó más que la otra, pero de ella salía una especie de humo negro, humo suave y puro.
-Fascinante. -soltó el dueño-. Es muy extraño que esa sea tu justa varita, niña...
La puerta se abrió y la niña salió por ella.
-¡Mira mamá!
—
Ya en casa, Rose recibió una última sorpresa para comenzar su nuevo curso.
-He pensado que un gato te gustaría, pequeña. -sonrió su madre para entregarle un gato negro de ojos verdes con manchas grises en un costado.
-¿Es para mí? ¿Enserio? -la niña no dudó en cogerlo-. Se llamará Treake.
¿Para qué contar una historia que ya sabemos? Harry ya ha sido desvelado, ahora toca desvelar su otra mitad del pasado, así que, bienvenidos a Hogwarts.
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La hermana de Potter
FanfictionRose Ollmous tiene once años cuando una extraña carta llega a su casa un 31 de Julio de 1991. Muchas cosas cambiarán en el mundo mágico desde que la chica pelirroja entre a Hogwarts... ¿Cómo es posible que tuvieran otro hijo más? Harry, Ron y Hermio...