05; Bienvenidos al Callejón Diagón

682 45 1
                                    

En casa de Rose...

-Vamos Rose, date prisa, llegaremos tarde. -Le decía su madre mientras cogía los abrigos.

-¡Ya voy ahora mismo, deja que ponga los calcetines! -Rose bajaba las escaleras a pata coja mientras se ponía los calcetines. Hoy iría al Callejón Diagón con su madre, compraría todo el material que necesitaría y por primera vez, visitaría el gran banco de los magos, el Gringotts.-¡Aay! - Se escuchó un ruido estruendo.

-¿Rose, qué haces? -Se asustó la madre, que fue corriendo al pasillo de la casa.

-Auch... -decía la niña dolorida, se había caído al suelo.

-Ay, eso te pasa por andar a prisas, si te hubieras levantado antes, no te habría sucedido. -Su madre le ayudó a levantarse del suelo-. Venga, vamos.

Al llegar al Callejón Diagón, Rose estaba impresionada, todo era nuevo para ella, todo era tan mágico... Y sin contar el banco más seguro de todo el mundo mágico, Gringotts.

La madre de Rose la llevó a dentro, la niña se asustó un poco al ver a esos pequeños elfos trabajando en esas mesas tan altas.

-Hola, perdone, pero me gustaría sacar como unos cien galeones de la cuenta bancaria de la familia Ollmous. -El pequeño hombrecito levantó la vista de un gran libro que estaba escrito con una gran cantidad de números.

Se bajó de la silla y le susurró algo al oído del que estaba a su lado. Éste llevó a Rose y a su madre en un vagón hasta la cámara que les correspondía.

-La 548. -Dijo el pequeño hombre mientras sacaba unas llaves para poder abrir la cerradura.

Tras salir del banco, se dirigieron a Ollivanders, su varita la esperaba.

-Entra tú, yo esperaré fuera. -sonrió Teresa-. Es tu momento. -dijo dándole un empujoncito a la pequeña.

Rose abrió la puerta y se adentró en la tienda, la cual estaba afastada de cajas llenas de lo que serían varitas esperando a sus respectivos magos.

-Bienvenida... Rose, -un hombre apareció de la nada, la niña nisiquiera se percató de su presencia hasta el momento- Rose Ollmous.

-¿S-sabe mi nombre? -tartamudeó ella.

-Espera aquí un segundo, niñita. -advirtió el anciano, quien volvió con un par de cajas en la mano-. Prueba esta.

La pelirroja alargó su brazo para coger dicha varita, la que ella veía como un simple palo por el momento.

-Agítala, agítala. -ordenó deseoso el hombre.

Un estruendo se escuchó de la parte derecha de la pequeña y acogedora tienda, aunque polvorienta.

-No, esa no. -el dueño cogió otra, esta con más cuidado que la otra y se la entregó a la pequeña.

Un pequeño resplandor salió del centro de ésta, haciendo así que se iluminara la cara de la niña.

-Sabía que era esa. -de repente, otro estruendo se escuchó-. Me equivoqué.

-¿Porqué ninguna me quiere? -preguntó la niña frustrada después de dos fallidos intentos.

-Verás, Rose, -comenzó- la varita escoge a su mago.

Entonces, el hombre se volvió a adentrar en el montón de cajas, pero esta vez sólo con una, y la más polvorienta.

-Toma. -dijo, repitiendo la misma acción que antes.

Al coger dicha varita, ésta se iluminó más que la otra, pero de ella salía una especie de humo negro, humo suave y puro.

-Fascinante. -soltó el dueño-. Es muy extraño que esa sea tu justa varita, niña...

La puerta se abrió y la niña salió por ella.

-¡Mira mamá!

Ya en casa, Rose recibió una última sorpresa para comenzar su nuevo curso.

-He pensado que un gato te gustaría, pequeña. -sonrió su madre para entregarle un gato negro de ojos verdes con manchas grises en un costado.

-¿Es para mí? ¿Enserio? -la niña no dudó en cogerlo-. Se llamará Treake.

¿Para qué contar una historia que ya sabemos? Harry ya ha sido desvelado, ahora toca desvelar su otra mitad del pasado, así que, bienvenidos a Hogwarts.

La hermana de PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora