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Petunia y Vernon Dursley, recientemente habían sido bendecidos con la fortuna de tener a su primogénito, Dudley Dursley.

-Petunia, querida, no se calla ¿Segura que ese es el nuestro? -preguntó Vernon mientras sostenía su taza de café- He oído que en los hospitales se pueden confundir a los bebés.

Petunia miro a su esposo con un leve ceño fruncido mientras trataba de arrullar a su hijo.

-Estoy segura, querido.

-¿Qué tan segura? Yo podría jurar que nuestro hijo era mudo.- tanteó la posibilidad.

Estaban enormemente agradecidos por la llegada de su retoño, sobretodo Vernon.

Pensó que la broma divertiría un poco a su esposa pero al ver la mirada en su rostro entendió que no era el momento, así que decidió dejar su taza de café y acercarse a la cocina para ayudar a su mujer a calentar el biberón de Dudley.

-Si estás cansada podrías déjamelo un rato.- propuso rápidamente.

Petunia lo considero, generalmente no le dejaba a Dudley a su esposo, más que nada porque sabía que Vernon no sabía nada de bebés o porque temía que su esposo intercambiara a su hijo por una dona.

-¡Fue una broma, querida! Jamás cambiaría a mi primogénito por una sola dona.

-Estoy bien, querido, mejor encárgate de el biberón y yo te espero en la sala -sonrió con cariño antes de dejarle un beso en la mejilla a su corpulento marido- eres un esposo tan bueno y amable- cantó dulcemente con una voz que para cualquiera que no fuera Vernon Dursley rozaría en lo infernalmente insoportable.

El ego de su esposo subió al igual que el rubor en sus ya rojas mejillas.

-Lo sé, lo sé, conseguiste al pez gordo, Pet- podía sentir el cariño y arrogancia en sus palabras.

Cómo podían ver, a pesar de todo los Dursley encontraban un equilibrio, estaban bien, aún a pesar de esconder un secreto que muy en el fondo los atormentaba, sobretodo a Petunia, la idea de que en cualquier momento su hermana y Potter llegarán a romper su burbuja de tranquilidad que con tanto esmero se ocupó de construir, este era su momento de felicidad y lo que menos quería era que su extraña hermana y su molesto marido lo arruinaran.

Lo que los Dursley no esperaban es que pronto les llegaría una noticia que les aseguraría que Lily y James Potter no los volverían a molestar más nunca.

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Esa misma noche algo importante había pasado, algo que afectaba a dos mundos muy diferentes.

-¡Vernon! ¿¡Sentiste eso!? -Petunia chilló alterada mientras se removía su cama.

-¿Umm? Ah- amm- claro, cariño, sí, estuvo fabuloso- balbuceó su esposo atontado después de salir abruptamente de su sueño- continuaremos en la mañana, volvamos a dormir.

Su esposa se sonrojo ligeramente sin definir perfectamente si era por vergüenza, irá o simplemente la impotencia que estaba sintiendo.

Había sido perturbada por una fuerte energía, algo anormal y tenía familiaridad con ese sentimiento.

¿Lily? No, así no se sentía la magia de su hermana, no estaba sintiendo una sola cosa, eran varias.

Las luces de su alcoba se encendieron y apagaron rápidamente, nuevamente la golpeó aquella energía, Petunia volvió a gritar y las luces volvieron a fallar.

-¡Vernon!- lloriqueó mientras agitaba a su esposo que nuevamente se había quedado profundamente dormido.

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Para la mañana siguiente Vernon despertó con normalidad, buscando inconscientemente el cuerpo de su esposa al otro lado de la cama para abrazarla como era de costumbre.

-Umm ¿Pet?-murmuró con un gruñido quejon y ronco- Cariño, sabes que no puedo amanecer bien sin ti, pichoncita.

En ese momento Vernon escuchó el llanto de su hijo, algo caerse y a Petunia quejarse.

-Pensándolo bien podría volver a dormir.

Entonces Vernon escuchó el grito de su esposa, el sonido de un vidrio rompiéndose y el llanto de- ¿De otro bebé?

Vernon se levantó torpemente de un salto mientras corría hacia su esposa. Cuando llegó abajo y vio la terrible escena que espantaba a su mujer.

Un niño.

-¡No! ¡No otro!-gritó Vernon horrorizado.

-¡El problema no es el niño, Vernon, es la carta! ¡Es el hijo de Lily! - respondió Petunia con la cara palida.

-Oh, qué alivio, entonces solo se lo devolvemos y ya ¿No? - sonrió aliviado-... ¿No?

Los ojos de su mujer se aguaron, estaba pálida, temblorosa y apretaba lo que parecía ser la supuesta carta.

-..¿Pet?-

Y su esposa rompió en llanto.

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Estoy francamente impresionado si llegaron hasta aquí, espero que les haya gustado y que mi redacción no les haya causado ruido, solamente cuento con mis conocimientos vagamente básicos para narrar historias, aún así me esforzaré en mejorar.

¿Qué les pareció? ¿Les gustó? ¿Algún comentario?

Espero haberlos hecho pasar un buen rato al menos, gracias por leer <3

Familia DursleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora