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Zack. 

Dentro de la tienda el ambiente se percibía tranquilo, los pisos relucientes y los estantes con todos los discos bien acomodados y de fondo de esta fotografía frente a mi ojos, sonaba "All right now -Free" envolviendo el ambiente en una melodiosa voz y un conjunto de instrumentos que armonizaban el lugar.

—Lograste ordenar todo —dije nervioso viendo los estantes con los discos acomodados.

La primera vez que nos vimos estuvo tratando de decirme cómo debían ir cada uno de los acetatos, pero mi mente dispersa no comprendía nada y solo asentía sin entender un carajo; en mi travieso subconsciente solo corrían estos pensamientos sobre los lindos pómulos que tiene, la sonrisa tan hipnotizaste que posee y los ojos tan fascinantes que parecían portales a un planeta desconocido.

—Lamento no haber sido de ayuda aquel día —hablé de nuevo, caminando hacia el mostrador. —Espero no haberte causado tantas molestias.

Me siguió con la mirada, hasta que me detuve frente a él del otro lado del vidrio.

—Me ayudaste mucho, incluso más que mi compañero que regresó ayer en la tarde. —Negó con la cabeza agachada y volvió a subirla soltando un suspiro cansado, recargando ambos brazos sobre el cristal y sosteniendo su mirada sobre la mía analizando cada rasgo como yo analizaba los suyos. —¿Te sonrojas con facilidad o solo es el ambiente caluroso?

—Es el ambiente —respondí, seguido de una estúpida risa que jamás había experimentado.

Incluso cuando recién comencé a salir con Nathan no me sentía tan libre de poder reírme con la total libertad de que mi cuerpo se expresara como quisiera.

Me sentía como un adolescente con las piernas frágiles.

Pude oler su aliento que soltó en una tierna risa al momento en que me alejé del mostrador y comencé a echarme aire como si de verdad el ambiente fuera caluroso. Las mentoladas pastillas que William había estado saboreando cuando llegué, habían hecho una excelente función al grado de provocar que mis sentidos trabajaran aceleradamente y me hiciera dudar de todo lo correcto y lo tentador de una cercanía sabor menta.

—¿Tan malo es Nathan? —Pregunté tratando de despejar mi mente y de regresar al tema inicial. —Recuerdo que me dijiste que era bueno tenerlo aquí.

Dudó un poco en contestar, hizo un gesto de no estar tan de acuerdo con lo que él mismo me había dicho mucho antes de que seguramente conociera en realidades como era Nathan en sus terrenos.

Entre mejillas sonrojadas y la temperatura corporal subiendo, lo miré esperando a que dijera algo más que gestos de inconformidad.

—Has dicho que soy de más ayuda que Nathan, y mira que echarme flores por un trabajo que seguro haría gritar a Riley me deja pensando bastante en sí de verdad es muy malo o solo quieres hacerme sentir bien.

Ambos comenzamos a reír.

—No es malo haciendo su trabajo —dijo, sin convencerse el mismo de sus propias palabras. —Es más su actitud, él... —aguarda unos segundos mirando hacia alguna parte de la habitación, como si la respuesta correcta estuviera extraviada en algún lugar de esta. —Él es tan... complicado e insoportable. Tiene esta idea... —hizo un ademán con la mano, dirigiéndola hacia su cabeza —cómo si el mundo le debiera algo.

Callé unos segundos analizando su rostro cansado dejando ver qué en realidad Nathan lo tenía agotado. Su mirada se unió de nuevo con la mía después de haber estado concentrado en la puerta en espera de algún cliente, supongo.

—¿Él vendrá hoy? —pregunté curioso y a la vez nervioso de topármelo aquí cuando ni siquiera sabe que he estado viniendo hace días.

—Siendo honesto, espero que no —sonrió ampliamente. Y ahí estaba de nuevo esa sonrisa que me disparaba las palpitaciones. —Tu compañía es mucho más grata que la de ese ególatra.

𝟟𝟘 𝕪𝕖𝕒𝕣𝕤 𝕠𝕗 𝕝𝕠𝕧𝕖 (En Pausa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora