Nathan.
—¿Cómo está tu noviecito? Algo golpeado para mi gusto —habló Thomas desde la otra celda. —Quien hubiera imaginado que los idiotas más solicitados del pueblo estuvieran saliendo entre ellos.
Su risa ácida y burlona resonó en todo el espacio gris de concreto filtrándose entre las rejas que ya sostenía con ambas manos con bastante fuerza como si tuviera el mínimo de oportunidad de separar los barrotes de metal.
—¡Yuju, maricón! —de nuevo el tono agudo y burlón de Thomas —te estoy hablando.
—No lo escuches —me decía William a mí lado —solo está intentando sacarte de tus casillas —posó su mano sobre mi hombro que al contacto se tensó. —tranquilo, no le des el gusto.
Me recargué sobre la abarrotada reja aún con los nudillos queriendo sanar, pero yo continuaba ejerciendo tanta presión que las heridas volvían a abrirse.
—¿Cuánto llevan saliendo? —preguntó Thomas, más que querer tener conocimientos era obtener información para burlarse.
—¿Saliendo dónde, idiota? —respondí.
—No lo niegues ya, por favor —se recargó por completo en la reja para que su voz llegara a mi como su único propósito — tuvieron suerte que solo yo los vi. Dios, fue tan bizarro. ¿Desde cuándo empezó? ¿Fue desde esa vez que los dejé solos en las regaderas de la escuela? —se quedó en silencio unos segundo como si estuviera procesando algo en su mente — ¡Oh, maldición! ¿Cuántas veces lo han hecho ahí?
Por el rabillo del ojo pude ver a Thomas sosteniendo las barras de metal sólido y una sonrisa sorpresiva.
—Ya te dije, quieres saber lo detalles, ven hasta aquí y contestaré cada una de tus preguntas —sonreí al momento en que golpeé con fuerza la pared que nos dividía y el pecoso retrocedió asustado.
—Muy gracioso —dijo amargo.
—Aún no has visto mi lado más cómico —contraataqué con el mismo tono de voz que un villano usaría para jugar con su víctima.
—Tu lado más cómico y patético lo vi cuando Zack se la pasó llorando por Alice Prescott. Andabas como un perro faldero detrás de él. Quien hubiera imaginado que al final si serías su puta perra —comenzó a reír tan fuerte que rosaba lo falso y molesto.
—¡Silencio! —gritó el policía que se suponía debía cuidar de nosotros y no solo molestarse porque la risa de uno de sus encargos lo había despertado de su siesta.
Soltó las últimas risas que salían con aire que le hacía doler las costillas.
—El macho de Lockinhald siendo la perra de Lebeau. Tengo una duda, ¿quién recibe y quién da? —volvió a soltar una gran carcajada.
—¡Cállate Ya! —gritó William mostrándose más afectado que yo.
Volteé a verlo; sosteniendo los barrotes, desesperados por salir de este cuarto que en cada minuto que pasaba se volvían más pequeñas las paredes.
—Disculpa, ¿tú quién eres? —preguntó fingido el pecoso que seguía molestando — ¿Te conocen tan siquiera en tu casa?
Algo retorcido dentro de mí se escapó como aire contenido en mi garganta; algunos lo llaman imprudencia.
Un leve golpe en mis costillas por parte de William me hizo contener la risa y solo sonreír por el acertado comentario.
Thomas H. era un idiota cabrón, pero era bueno con los comentarios en los momentos oportunos. Era una habilidad que mucho queríamos quitarle.
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𝟟𝟘 𝕪𝕖𝕒𝕣𝕤 𝕠𝕗 𝕝𝕠𝕧𝕖 (En Pausa)
Novela Juvenil"Hoy tuve una oportunidad más para extrañarte, para seguir amándote, para escuchar nuestras canciones, para revivir todo lo que fuimos. Y doliste, doliste como solo podrías hacerlo la última noche de febrero de un año bisiesto." Donde Zack y Nathan...