El hambre de Shontay estaba por los cielos, su estomago rugía cada dos segundos, gracias a Dios que la clase de Biología ya había terminado.
Caminó ansiosa empujando a casi todo el mundo en su camino hacia la cafetería del patio trasero, la comida ahí era más deliciosa según ella.—¡Muévete estorbo!— Rodó los ojos empujando a Kian y a Katelyn, pasando entre medio de la pareja que estaban dirigiéndose hacia la cafetería. Katelyn elevó sus cejas viendo como la chica se iba caminando con toda la actitud que la describía.
—¿Que le pasa?— le dijo a Kian un poco irritada.
—Esta bien, no pasa nada— la alentó a seguir caminando. Hizo una mueca haciendo caso.
Al llegar a la cafetería, notó que varios chicos mantenían una conversación un poco molesta parados frente al mini establo de comida.
—¿Que sucede?—le preguntó a un chico que negaba con desaprobación viendo a la señora servirle algún tipo de ensalada en su bandeja.
—No lo se, pero por alguna razón el director decidió cambiar el menú por completo— dijo con notoria molestia señalando los diversos platillos de comida que se servían. Shontay frunció el ceño al no ver su grasosa comida favorita.
—Martha, ¿que paso con mis albóndigas rellenas con queso mozzarella?— Estaba apuntó de llorar al ver solo cosas asquerosa-mente verdes o solo pura lechuga.
—Lo siento Shontay, pero esos días se acabaron— dijo la mujer de cabello corto negro
y un poco joven para lo que aparentaba.—No, me desmayo— Empezó a hiperventirlase exageradamente haciendo un poco de ruido al chocar las pulseras de oro en su muñeca, algunos fruncían el ceño al verla, otros se sentían hasta peor que ella—. Moriré sin mis costillas de cerdo— lloró como la perfecta actriz que era.
En la esquina opuesta del patio, estaba Aurora disfrutando de sus fajitas de tofu y torticas de espinacas, ahora no traidas desde su casa por el hecho de que no gustaba de la comida de la Cafeteria, junto a sus unicos amigos en todo el instituto; debido a que casi nadie la quería y menos con todo el tema del cambio drástico del menú siendo su idea. Aaron la miraba con una mueca en su rostro pensando en lo mucho que no le parecía lo que habia sucedido.
—¿Mujer, estas loca?— le preguntó llamando la atención de la chica castaña.
— Ay, por favor, no es tan malo, créanme que luego me lo agradeceran— Una gran sonrisa adornaba su rostro desde el día de ayer.
— Sabes que te quiero Aurora, pero arruinaste mi vida— Se quejó su otro compañero haciendo una mueca—. Primero, Mamá queriendo hacer dieta y obligándonos a nosotros también... Ahora tú— arregló sus circulares lentes muy parecidos a los de Harry Potter— la cafetería era mi única salvación...— se limpió lágrimas imaginarias de sus ojos el chico pelirrojo y notoriamente obeso.
—A ti te hace falta esto mas que a nadie, vivimos en uno de los paises con una tasa muy alta de obesidad— lo señaló tratando de no ser grosera en el proceso. Matthew bebió de su jugo mediante su pajilla fulminándola.
Aurora giró su cabeza al escuchar las voces molestas de unos chicos a sus espaldas, estaban junto al cafetín de doña Martha, en segundos de volverla loca por el montón de preguntas que le hacían a la mujer ya un poco frustrada por el asunto. Se levantó decidida a aclarar las cosas.
—No se coman mi comida— apuntó a ambos chicos sentados en la mesa redonda. Aaron rodó los ojos.
— Pero que graciosa...— dijo Matt con sarcasmo. Ignorando su comentario empezó a caminar hacia la enorme circulo de chicos reunidos, arreglando el aro de flores coloridas que adornaba su corto cabello castaño.
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Teenage Land
Teen FictionTeenageland relata la vida de cinco chicas que se mezclan en un mismo punto, el ser adolescentes. La paz encarnada solo podría ser una de las personas mas odiadas en su disfuncional entorno, Aurora Valentini, "la chica hippie" amante del arte y la...