Capítulo 9: Amar es odiar

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Parker estaba conduciendo a una velocidad poco segura por una calle no tan estrecha. De hecho no le importaba, estaba tan llena de rabia, que no podia enfocarse en lo que hacía, estaba invadiendo el carril de al lado, y sin previo aviso, un auto venía de frente a casi 100 kilómetros por hora . Trató de esquivarlo al darse cuenta que chocarian y por la rapidez en que conducia, perdió el control de la moto, llegando a estrellarse contra un árbol. Por suerte llevaba su casco puesto y el impacto no le causó  mucho daño , solo la lanzó de bruses al suelo a unos pocos metros lejos de su moto.

- ¡Oh por Dios! ¿estás bien? -se acercó alguien donde ella. La persona habia sido testigo de toda la escena, por lo cual se apuró a acercarse a preguntar si necesitaba de alguna ayuda.

Parker estaba boca arriba, aún tenía puesto su casco y sus ojos estaban cerrados, debido a eso, no lograba ver el rostro de la persona que la estaba tocando con tanta insistencia. A los pocos segundos sintió que el individuo le quitaba el casco con cuidado. Ella se quejó del dolor que sintió en el cuello, pero al instante pudo ver el rostro de quien la estaba ayudando.

- ¡Ay Dios mío!, menos mal estas viva, ¿te duele algo?, ¿puedes moverte?- preguntó Mackenzie sintiéndose agitada y con miedo por la situación.

- Pero que fastidio... No puede ser- rodó los ojos sabiendo quién era.

-¡Pero que susto! ¡Eso fue horrible!- siguió hablando mientras tocaba cada parte del cuerpo de Parker buscando algun hueso roto o una señal de sangre.

- Deja de manosearme...¡alejate de mí!- expresó Parker sintiéndose fastidiada por la chica.

- Solo trato de ayudarte...- dijo ella frunciendo el ceño y sintiéndose confundida por su rechazo. Cuando estaba sentada en el porche de su casa, escuchó un motor rugir y volar a gran velocidad, al instante supo que le pertenecía a la rebelde y fastidiosa Parker Edwards. Sin embargo, al ver el accidente y que se pudo haber lastimado, fue lo último que atravesó su cabeza.

-No quiero tu ayuda, mejor vete- dijo mientras intentaba ponerse de pie con dificultad. Al parecer si se habia lastimado la rodilla. Mackenzie al notar su pantalón rasgado y sangre saliendo de él, inhalo un poco fuerte tratando de calmarse. Tenía un lijero problema con la sangre, le daba nervios verla.

- Yo no lo creo...- dijo refiriendose a su dificultad para levantarse- Ven, te ayudo- Parker suspiró. Mackenzie se acercó un poco para asi enrollar el brazo derecho de la chica en su cuello y ella colocar su mano izquierda al rededor de su cintura. Parker dejó salir un par de gemidos de dolor mientras la otra trataba de estabilizar su cuerpo y guiarla hasta su casa, que estaba enfrente de donde pasó el accidente.

- ¿A donde me llevas? - preguntó Parker mientras respiraba con dificultad.

- A mi casa...- contestó viéndola.

-No, no, no. No pienso entrar a tu casa- se rehusó e intentó soltarse de la chica.

- ¿Por qué, no?

-No quiero que tu madre me haga un exorcismo- intentó otra vez soltarse del agarre de Mackenzie pero al lograrlo, supo que no podría caminar por sí sola.

— No es para nada gracioso tu comentario, Parker — jaló de su brazo y la volvió a su posición inicial- Solo relajate, no puedes irte sola, asi que no tienes otra opción- Parker suspiró en respuesta y se rindió con un simple "ok".

Luego de sufrir un poco intentando subir los tres escalones para entrar a la casa de la rubia, Parker ya estaba sentada en un sillón con su pierna lastimada, descansado sobre una pequeña mesa.

— ¡Demonios!, me siento como la mierda... — murmuró a la vez que suspiró con fastidio.

— Hey, cuida tu lenguaje, por favor, estás en mi hogar— dijo Mackenzie en un tono bajo luego de buscar el teléfono para poder hacer una llamada. Parker solo la miró mal en respuesta de su comentario — Ahora dame el número de tus padres para llamarlos.

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