El sol brillaba con más fuerza esa mañana, los pájaros cantaban, el viento acariciaba a la gente y los niños reían y jugaban con sus hermanos, padres, amigos o mascotas. Haciendo ese día "perfecto" para la mayoría de las personas en la cuidad. Exactamente ese mismo día en el hospital central del país dos personas se encontraban festejando la llegaba de alguien nuevo a su familia, uno era un hombre mayor de unos 55 años de edad aproximadamente mientras que el otro era un joven de unos 25. Los dos tenían unas sonrisas radiantes en sus rostros, mientras unas lagrimas de la alegría inmensa que sentían rodaban por sus mejillas hasta caer de sus mentones, las personas o trabajadores que pasaban por sus lados obtuvieron diferentes reacciones al verlos... unos se reían levemente divertidos por sus expresiones, otros tenían la ceja alzada mientras sentían pena ajena o simplemente les lanzaban una mirada y después los ignoraban. Pero a los dos hombres, padre e hijo no les importo en lo más mínimo las opiniones o miradas ajenas que ganaban ya que estaban en su burbuja personal.
Los dos se abrazaron con fuerza aun llorando enfrente de la puerta que les trajo esa emoción incomparable. Luego de varios minutos se separaron el uno del otro y comenzaron a limpiar sus propias lágrimas para terminar viendo fijamente frente a ellos, los dos voltearon el rostro y sus miradas se encontrados, se miraron unos segundos con seriedad... parecía que hablaban con la mirada, después de un tiempo asintieron con la cabeza al mismo tiempo, habían llegado a un acuerdo. Yuuto se acerco dos pasos y estiro su mano derecha hacia el pomo de la puerta, al tomarla trago saliva inconscientemente, sabía que debía esperar a que lo llamaran pero su emoción era más grande, sentía que no podía aguantar ni un segundo más. La movió ligeramente hasta escuchar el "click" de la cerradura abriéndose.
Aunque.
"¡PUM!"
—¿Quién está ahí? ¡Ay, perdone ¿se encuentra bien?!
La puerta se abrió desde el interior repentinamente terminando por golpear la frente y nariz de Yuuto.
—A-agh...ay... —Yuuto se cubrió la nariz con las manos mientras que su padre y la enfermera lo veían sorprendidos y con los ojos bien abiertos pero también preocupados.
—¡Y-Yuuto, hijo ¿estás bien?! — el señor se acerco rápidamente a su hijo y pregunto de manera inquieta su estado, ya que el chico se había inclinado hacia adelante al sobarse su nariz.
—D-Disculpe enserio pero también es su culpa por intentar abrir la puerta sin permiso —dijo la joven enfermera sintiéndose un poco preocupada pero también algo molesta porque en si no fue por completo su culpa. "Si él no se hubiera acercado tanto" pensó con una seriedad marcada en su cara.
Yuuto después de unos segundos se puso derecho y quito las manos de su rostro, dejando a la vista un moretón en su frente y nariz, en esta última estaba comenzando a salir un poco de sangre. La cara de la mujer fue cambiando poco a poco hasta mostrar una nueva expresión facial cuando pudo apreciar por completo al chico que tenía delante, abrió sus ojos como dos enormes esferas y sus mejillas se tornaron rojo carmesí de inmediato, a la vez que sus labios temblaban por los nervios repentinos, "Que hermoso... ¿será soltero?" pensó embobada y aun en estado de shock, olvidándose del mundo exterior y sin apartar la mirada de su persona. Rápidamente reacciono al oír un carraspeo detrás del joven, el cual provenía de un hombre mucho más mayor que la observada con seriedad y una ceja alzada.
—Ejem... disculpe señorita pero mi hijo está teniendo un sangrado en su nariz por el golpe anterior, así que si no es mucha molestia... ¿puede tratarlo o darme un pañuelo por favor? — lo ultimo lo soltó en un tono impaciente hasta algo molesto al ver que esa mujer no hacía nada más que ver a su hijo sin ayudarlo. "¿Y se hace llamar enfermera?" pensó un poco insatisfecho, pero se lo guardo.
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Morí... Pero... ¡¿Reencarne En La Hermana Menor De Kagome Higurashi?!
Fanfiction¿La muerte... por qué siempre llega cuando menos lo esperas...? es lo que siempre me pregunte, pero nunca obtuve una respuesta, solo decían que cuando llega nuestro tiempo para marchar, nada la detenía... lo cual dejen me decirles... que confirmó co...