Capítulo 3

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Aquel día de bombardeos volví muy tarde a casa.

Permanecí en la iglesia unas tres horas abrazada a Dave a pesar de que dejaron de oírse explosiones media hora después de refugiarnos.

Cuando salimos, la plaza seguía igual, solo que en ella reinaba un sombrío silencio y no había ni un alma. Al parecer ese no era el destino de los aviones.

Seguí caminando sin soltar la mano de Dave aunque estaba sudada de estar tanto tiempo así.

El cielo ya estaba oscuro, era de noche, pero las nubes no permitían ver la luna. Hacía ya tiempo que no podía verla.

Entonces noté como Dave me soltaba la mano para llevársela a la boca en gesto de sorpresa. Mire hacía donde lo hacían sus ojos.

A lo lejos, fuera de la plaza habían dos edificios completamente destruidos, uno era un banco y el otro una empresa bastante importante. Las casas de alrededor estaban quemadas hasta los cimientos y en la calle se concentraban decenas de personas, algunas lloraban, otras gritaban y dos curiosos filmaban.

Dos nuevas personas a las que odié.

También había heridos, algunos de pie, otros desplomados en el suelo sobre charcos de sangre.

Otros muertos.

Y a pesar de todo el caos, nadie atendía a esas personas que suplicaban ayuda. Que se estaban muriendo.

Entonces algo me agarró el brazo con fuerza. Un anciano que tenía un agujero negro en el estómago.

- Ayúdanos por, por, fa, favor.- Jadeaba el hombre.

Me soltó el brazo y calló.

Ser pequeña tenía sus ventajas, de eso estaba segura pero también tenía sus cosas malas, como aquella. Estar delante de alguien o algo que de verdad necesita tu ayuda y no servir para nada, momentos como aquel en los que me sentía inútil, que no sabía que hacer o cómo reaccionar.

Me miré el brazo que el anciano me había cogido y me estremecí al ver que donde él me había tocado habían manchas de sangre.

Dave me miraba con ojos de súplica, estaba claro que él no quería estar allí. No podía soportarlo.

Y la verdad a mí tampoco es que me encantara estar en aquel lugar pero sentía que si me iba sin hacer nada sería como traicionar a toda esa gente, a los heridos, a los fallecidos, a las familias de los afectados, al anciano que me había suplicado ayuda.

Como si me leyera el pensamiento Dave se acercó a mí y me susurró al oído.

- Chris no es tu culpa, no tienes por qué hacer nada.

-Quiero hacer algo.

- Pero no puedes, esto no es responsabilidad tuya y lo único que hacemos aquí es estorbar.

- Necesitan ayuda.- Supliqué

- Ya lo sé, pero nosotros no podemos hacer nada. - Me dijo con tristeza- Además nuestras madres estarán muy preocupadas.

Me cogió de la mano y empezó a tirar de mí dirigiéndome a mi casa.

Por el camino había cuerpos de personas que no sabía si estaban muertas o simplemente heridas, no quería mirar pero era necesario si no quería tropezarme con ellos.

Las casas estaban ennegrecidas y destrozadas pero conforme avanzábamos el nivel de devastación iba bajando.

No hablamos en todo el camino hasta que llegamos a aquel maldito instante en el restaurante de los padres de Dave.

Ruthless PathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora