Era pleno verano.
La gente mayor decía que antes era diferente, que podías pasarte todo el día jugando en la calle, ver todas las películas que quisieras, ir a la playa y a veces incluso hacer fiestas increíbles que duraran toda la noche.
Pero eso era antes de la guerra.
Ahora todo había cambiado.
Pasé prácticamente la primera mitad de mis vacaciones de verano en lo que parecía un bucle infinito de días extremadamente iguales.
Todas las mañanas ayudaba a mi madre con las tareas de casa, después de comer me obligaban a estudiar para no perder mis conocimientos durante las vacaciones y cuando terminaba venía la única parte buena del día: Salir a pasear con Dave.
Aunque en realidad todo lo que mi madre me obligaba a hacer mientras estaba en casa (Las tareas, los deberes...) era solo para mantenerme entretenida, para que no pudiera pensar en lo que pasaba en el exterior.
Pero no funcionaba.
No sabía exactamente lo que sucedía fuera, pero sí sabía que no era nada bueno.
Durante aquel verano solo nos permitían salir a ciertas horas.
Los adultos, de 9:00 a 12:00 por la mañana y de 17:00 a 21:30 por la tarde.
Los menores no podíamos salir por las mañanas, a no ser que fuéramos acompañados por un adulto, y por las tardes podíamos salir de 17:30 a 21:00.
Y eso es lo que levantaba mis sospechas, ¿Por qué a esas horas y a otras no?, ¿Por qué solo en verano?
Durante el resto del año también teníamos toque de queda, pero hasta ahí.
Cuando llegaba la noche mis padres me mandaban a la cama para dormir, cosa que no hacía hasta no haber practicado ballet un mínimo de dos horas.
Y así todos los días.
El último día de aquel verano cuando estaba dando mi típico paseo con Dave decidí decirle lo mucho que me gustaba el ballet, él ya sabía que me atraía pero no tenía ni idea de que había estado practicando por las noches ni de que ansiaba ir a una escuela profesional.
No tenía ni idea de por qué no se lo había dicho antes, ni por qué tenía tantas ganas de contárselo.
Así que dejé de hacerme preguntas y actué.
- Dave.
Era lo primero que decía en unos diez minutos, por alguna razón que no llegaba a comprender estábamos muy callados aquella tarde y entre nosotros había un ambiente desconocido.
-Dime- me contestó, parecía contento de que al fin hubiera decidido romper aquel insólito silencio.
- Me gustaría ir a la escuela de danza que hay girando la manzana de nuestro cole.
- ¿Así de repente?, esa escuela es muy cara Chris y no aceptan a cualquiera, siento decirte esto pero... no creo que sea posible.
No me dijo nada que no supiera ya pero aun así fue muy doloroso verlo salir de su boca, la verdad no sabía que esperaba que dijera...
- No es así de repente Dave... lo llevo deseando desde que la vi por primera vez.
- De todas formas no es posible, tus padres no podrán pagártela.
- Lo sé- le dije con tristeza.
Dave pareció notar mi sufrimiento porque de repente cambió de expresión y dijo animado:
- A no ser....- lo dejó a medias para hacerse el interesante, odiaba eso, siempre me dejaba intrigada en los peores momentos, pero me encantaba su sonrisa medio torcida que ponía siempre que lo hacía.
- ¡Va!, ¡Habla de una vez!- dije histérica.
Dave decidió hablar.
-Puedo atraer disimuladamente a la directora de la escuela hasta ti y que te vea bailar y cuando vea lo maravillosa que eres te concederá una beca e ¡irás a clases de ballet gratis!
¿Cómo podía ser tan inocente?
- Las cosas no funcionan así, no me dejarán ir a clase gratis.
- ¡Bueno vale! Quizás no del todo gratis, pero ¿te podrían hacer un descuento o algo así no?
Comencé a reír, parecía decirlo enserio.
- No me has visto bailar, ¿Cómo puedes estar tan seguro de lo maravillosa que soy?
- Has estado practicando, ¿no?
- Si pero eso no significa que sea una buena bailarina, quizás no haya practicado lo suficiente.
- Me estas aburriendo- dijo con cara de cansancio- ¿quieres que lo haga sí o no?
Silencio.
Nos miramos unos segundos, yo estaba riendo, el me miraba muy serio.
De repente la línea recta que formaba su boca se curvó en una sonrisa y salió corriendo dirigiéndose a la academia.
- ¡Dave!, ¿Qué haces?, ¡Vuelve aquí ahora mismo!
No se giró.
- No te preocupes, yo me ocupo de todo tu solo baila y finge que no me conoces- Dijo gritando.
Dobló la esquina y desapareció.
Recordar momentos como ese es reconfortante a la vez que abrumador no sé si tiene sentido, pero es lo que me hace sentir.
Aun sonrío cuando pienso en el momento en que Dave llegó corriendo al lugar donde yo estaba bailando perseguido por una mujer llena de barro, que resultó ser la directora de la academia.
Cuando la vi casi me entró un ataque de risa al pensar en lo que podría haber hecho Dave para traerla hasta mí.
Aunque estaba un noventa y nueve por ciento segura de que tenía algo que ver con todo el barro que cubría su elegante vestido.
En cuanto la señora me vio se olvidó de Dave.
Se quedó mirándome.
A la mujer se le unieron más personas.
Yo no sabía por qué, pero seguí bailando, era la única forma de no salir corriendo al pensar en toda esa gente que me observaba.
Por un momento me sentí como si fuera aquella chica que vi en la plaza de la iglesia.
Por una vez la gente notaba mi existencia y me prestaba atención.
No tenía música, ni la ropa adecuada, tampoco una coreografía a la cual apegarme, solo me tenía a mí y a mi instinto.
Cuando por fin terminé todos aplaudieron.
Todos menos la directora de la academia.
Entonces pensé que había fracasado.
Pero me equivocaba.
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Ruthless Path
Teen FictionLlevamos en guerra veinte años, ya nada es como antes, ahora los sueños no son una prioridad. Christin sabe eso, pero aun así no se detiene. Aunque a veces, los sueños tienen consecuencias y no son tan reconfortantes como tu creías y te das cuenta d...