Dónde Vance si sobrevivió a
todo lo que pasó con el raptor
y pudo reencontrarse con su amada.
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hace días, Gwen había hablado sobre lo que soñaba, todos buscaban al joven que había desaparecido, su novia era la que no paraba de buscarlo más, día y noche, por todo el lugar, y es que, cuándo amas a una persona no importa si tienes miedo, lo buscas hasta encontrarlo. Y así lo hizo, la joven, con ayuda de Gwen dieron con su paradero, justo ahorita mismo, eran momentos críticos, los policías acababan de entrar a la casa del raptor; informando que solo habían encontrado tumbas, nada más, y eso hizo que la piel de la joven se erizara, tan solo pensar que el amor de su vida podría estar muerto le generaba sensaciones desagradables en el cuerpo.Pero sucedió lo que nadie esperaba, un Vance con sangre escurriendo por su nariz, adolorido, con el pelo revuelto, con manchas de sangre en su ropa, salió de la casa vecina de enfrente, una sonrisa apareció cuando vio a su amada enfrente suyo, corrió, o más bien, hizo el intento de para poder llegar a dónde su amada, claro, la joven corrió mucho más rápido que él, pero en menos de segundos ella ya lo estaba abrazando de una forma sobreprotectora, lloro de felicidad, sintió un alivio de volver a tenerlo con ella, saber que estaba bien, y volvió a confirmar que lo amaba demasiado.
por otro lado, él se dejó abrazar de esa manera, se sentía demasiado tranquilo en sus brazos, lloro, claro que lo hizo, sentía alivio, se sentía libre otra vez, sentía que todo estaba bien, que lo malo ya había pasado. Que por fin, logro salir de ahí, ser libre, estar con su amada. Claro, el abrazo no pudo durar mucho ya que el oficial se acercó a el para que fuera y le curarán las heridas, la joven no se separó de su lado y mientras lo curaban ella hacia lo posible para que se distrajera y no le doliera tanto. Después de unos minutos los jóvenes se quedaron solos, ella lo seguía abrazando de la misma manera que la primera vez.
había silencio, pero no incómodo, era un silencio que decía que había tranquilidad, ambos escuchaban sus respiraciones, hasta que hablo la joven.
—creí que no te iba a volver a ver cuándo los oficiales dijeron que solo habían tumbas en esa casa, me dio demasiado miedo perderte, no te quiero perder nunca, —la chica empezó a llorar, y el la abrazo más fuerte, acariciando su pelo.—cariño, no llores ¿si?, ya estoy aquí y no me voy a ir de tu lado, no me vas a perder, mi solecito, —él le dio un beso en la frente, y siguió acariciando el pelo de la joven, quien puso su cabeza en el pecho de él.
Y así fue, no se separaron nunca.