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La tierra hizo su normal rotación, el día en noche se convirtió. Vista casi como una mancha roja, Lady Bug corría por los tejados con una sonrisa enorme en el rostro, pues había visto a una distancia supremamente lejana, al chico rubio que miraba la noche sentado sobre su bara a una gran distancia del suelo.

Ella se impulsó con su yoyo para llegar donde él, cayendo convenientemente en su regazo, siendo perfectamente sostenida por él, el cual fingió sorpresa a pesar que llevaba esperando aquello desde que la vio corriendo manzanas antes. El cielo estaba nublado, tapando a las estrellas y la luna llena que el celular reportaba estaba en el cielo.

-Hola Chat Noir.

Le dijo la heroína con la voz más seductora y femenina que pudo hacer, la cual quedaba perfectamente con la gran entrada que acababa de hacer. ¿¡Qué estaba siendo todo eso?!

-Esposa mía.

Se limitó a contestar igualando la misma seducción de sus palabras. Sus miradas conectaron y él notó como el dedo de la ojiazul se dirigía con delicadeza a su nariz ¿Acaso era una caricia?

-Las traes.

No, no lo era. Lady Bug le pellizco la nariz antes de saltar y huir de los brazos del chico, en cual perdió el equilibrio y aterrizó en el suelo a salvo como buen gato que era.

-¡Enserio me vuelves loco Lady Bug!

Dijo corriendo en cuatro patas por los tejados, mientras la azabache reía a carcajadas, doblando antenas para obstruirle el paso al ojiverde, dejando sin internet a algunas personas.

Así estuvieron por horas, jugando como niños pequeños hasta que las nubes permitieron ver el brillo de la luna más nítida y redonda que nunca, iluminando a los héroes que, creyendo era por el cansancio, comenzaron a sentir una energía desconocida entre ellos.

No le tomaron importancia, estaban demasiado entretenidos atrapandose y tumbandose entre ellos con sus respectivas armas, como para enfocarse en algo más serio. Al fin y al cabo eran jóvenes y querían jugar.

Pero era extraño y Chat simplemente se detuvo, sintiendo un cosquilleo extraño, como si estuviera ansioso por algo, la misma sensación que solo en sus sueños solía experimentar. Chat lo entendió y paro de correr. ¡Eso no podía estar pasando!

Su mirada se dirigió en cámara lenta a su entrepierna, y en cuanto miró lo temido, él giró hacia donde la chica venía corriendo, solo para encontrarse con ella a punto de usarse de proyectil contra él, rodando sobre un tejado inclinando, protegiéndole él la cabeza con sus brazos. Finalmente se detuvo y ella quedó encima, reponiendose y mirando satisfecha como ella había ganado contra el gran defensor de París, cuyos músculos iban en aumento. Que quedara claro, Lady Bug siempre gana.

-¡Estos 1.60 te vencieron, Ja!

Fue uno de los tantos gritos y brincos de victoria, que daba ella sobre él, sintiendo lo mismo que el rubio sentía en el ambiente, pero no encontrándo que era lo que sentía como el chico previamente. No importaba, ella había ganado y... ¿Por qué sentía tantas ganas de reproducirse? Igual no iba a parar de burlarse. ¿En qué estaba sentada? ¿Desde cuando Chat guardaba su arma frente a él?

Un respingo tras él tomar sus caderas cubiertas por su rojo traje, su sonrisa de victoria desvaneciéndose lentamente de su rostro, encontrando la misma confusión que ella sentía en su verde mirada. ¿Qué estaba pasando?

Susto y delicia en ambas expresiones delicadamente iluminadas por la luna, respiraciones entrecortadas y el agarre más fuerte que nunca en donde su yoyo debía de descansar.

-Si te mueves no lo soportaré.

Le susurró y la rosada boca de la ojiazul abrió de sorpresa.

-Yo lo siento no quería... no sabía...

Dijo intentando levantarse pero él no soltaba sus caderas y ella no iba a hacer nada por quitar sus manos. Enserio ninguno de los dos quería aquello pero no podían salir de ese agujero. Era algo hipnotizante y placentero. Se sentían aturdidos y eso no se estaba disfrutando porque era extraño.

-Yo... tu... adiós.

Dijo al mismo tiempo que tomaba el impulso que necesitaba para levantarse y salir corriendo de ahí más avergonzada que nunca.

Él la miró irse mientras cerraba los ojos y tapaba su rostro con más que vergüenza, doblando sus rodillas para tratar de ocultar un poco el vergonzoso bulto que tenía en su pelvis.

Él no era así, sabía que estaba creciendo pero jamás pensó que sus hormonas lo pudieran traicionar de aquella manera. La vergüenza que sentía en ese momento era indescriptible.

Continuara...

La escritora sufrió mucho este semestre en todos los aspectos pero al menos ya puede actualizar.  Reprobé una materia y yo jamás había sacado ni un 7 en calificación. Considero que sé pero no fue suficiente para pasar. Al menos me prepararé más y eso me ayudará a ser un mejor médico, es carrera de medicina, no medicina a las carreras. Da igual, ahora voy a dormir y descansar.

Y por lo de la historia, pues son adolescentes, tampoco voy a ser gráfica. Ahora no me reclamen que sigo llorando. Me tomé un mes para llorar, ahora si mamá regresa a escribir.

En fin, disfruten.

Casados Donde viven las historias. Descúbrelo ahora