Cerdo Asado

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Al menos habían sobrevivido sin mayores problemas, si ignoraba la mirada dura del capitán trenzas al ver a su hermana herida, la inflexión en sus ojos al tomarla en brazos, se sintió repentinamente culpable bajo la presión de su maná, no debía sentirse así, él tampoco había querido que ella fuera lastimada, los bandidos terminaron por asaltar la pequeña aldea en la madrugada, Nebra se levantó con suficiente tiempo para dar la voz de alarma, su magia de niebla se extendió en todas direcciones para darles un espacio para ocultarse, intento convencerla de esconderse con ayuda de los aldeanos, pero ella se había negado rotundamente, quedándose a intentar retenerlos, por suerte, el apoyo llego a tiempo. 

Con su compañera de misión en el hospital tuvo que hacer la mayor parte del informe solo, entrego un reporte de lo sucedido a un preocupado Julius, entendía parte del problema, los bandidos con los que se lidiaría eran más fuertes y agresivos de lo que se le informó, de otra forma habrían enviado a un mago ofensivo con ellos, no los habría puesto en peligro deliberadamente.

Dudo mientras pasaba por el área médica, sabia en que parte estaba ingresada la mujer.

- Adelante. – Nebra no tenía interés en recibir a nadie más, desde que el sanador termino de tratarla no habían dejado de llegar nobles a visitarla, trayendo flores y regalos para su pronta mejoría, sacudió su cabeza, todos eran mentiras vacías, simplemente nobles chismosos que pensaban que podrían conseguir su favor al mostrar una falsa preocupación.

- Oye, princesa. – Zora entró con una caja en sus manos, Nebra estaba sorprendida de verlo, ahora que estaban fuera de la misión se sentía apenada de haber dormido con él, incluso si estaba herida y era una situación apremiante – ¿Decidiste iniciar una floristería?

- ¿Qué haces aquí?

- Vine a ver como estabas. – Camino entre las flores repartidas en el piso, jalo la silla para sentarse junto a la cama colocando la caja sobre su regazo.

- ¿Qué es esto? – Lo tomo con cuidado conocedora de su tendencia a las bromas.

- Un regalo, no lo sacudas. – Advirtió mirando con curiosidad las flores.

- ¿Qué es?

- Ábrelo y descúbrelo. – Ella le lanzo una mirada desconfiada mientras abría el paquete, el olor de la comida golpeo sus fosas nasales con fuerza, sino se equivocaba parecía cerdo saltado.

- Te acordaste de mi comida favorita. – Murmuro mientras un rubor teñía sus mejillas.

- Es lo único que pides cuando estamos en misiones, además de algún postre. – Sacudió su mano quitándole importancia – Pero pensé que preferirías tener un almuerzo real, aunque no sé si también sufres de la mala comida del hospital como los pobres.

- ¿No estás herido? – Cuestionó tomando los cubiertos para comenzar a comer, ciertamente ya había almorzado, pero no tenía intenciones de despreciar el único regalo que realmente estaba pensando para ella.

- No ¿Cómo estás?

- Bien, mejor, el sanador curo por completo mi herida ¿Entregaste el informe?

- Sí, me debes algo por haber tenido que hacer el papeleo. – A pesar de su broma pudo notar un destello de decepción en sus ojos.

- ¿Qué quieres? – Su tono fue más serio del que esperaba.

- Sal conmigo. – Pidió con seriedad, Nebra dejo caer el tenedor con la comida por la sorpresa, un rubor intenso apareció en sus mejillas mientras no sabía cómo contestar.

- ¿Disculpa?

- Lo que dije, aunque no sé si Su alteza...

- Sí. – Escapo de su mirada girando su rostro rápidamente, sus manos apretaron las sábanas entre sus dedos al mismo tiempo se olvidaba como respirar.

- Bien ¿Cuándo te dejaran ir?

- Mañana en la mañana, pero probablemente deba ir a mi casa primero. – Se giro para mirarlo su rostro todavia estaba rojo – Además sería extraño que nos vean juntos, y...

- Solo lleva tu capa, en el reino común pasaremos como si estuviéramos patrullando. – Ella hizo una mueca – Sé que no es la forma en que sales a citas, pero es lo que puedo ofrecer a menos que tengas una mejor idea.

-Tendrá que ser suficiente. – Comento dejando a un lado el plato de comida, había intentado comer la mayor parte, pero estaba llena – ¿Lord Julius dijo algo?

- ¿De la misión? Solo que se alegraba de que estuviéramos a salvo. – Zora miro la hora en el reloj que estaba en la pared, debía irse, se levantó con un suspiro dedicándole una mirada intensa – Te veré mañana. – Se inclino para en un acto audaz dejar un beso en su frente, ella se volvió un manojo rojo nervioso que balbuceaba, la imagen le divirtió intensamente por lo que soltó una risita antes de irse. 

Niebla y CenizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora