SIETE

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Félix se dió un último vistazo en el espejo, arregló su sudadera, quitó las arrugas de su pantalón, revisó que sus zapatos no se vieran tan mal y peinó su cabello

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Félix se dió un último vistazo en el espejo, arregló su sudadera, quitó las arrugas de su pantalón, revisó que sus zapatos no se vieran tan mal y peinó su cabello. Nunca se había preocupado tanto por su imagen, pero en esa ocasión, quería verse bien, un poco menos feo que los demás días. Sintió una aterradora sensación de inseguridad al recordar las palabras de las personas que lo insultaban, todos los comentarios iban encaminados a lo mismo, que era pobre y feo, aunque sus amigos le decían lo lindo y tierno que era, no terminada de creerlo por completo.

Guardó todas sus cosas y emprendió su recorrido. Casa por casa, persona por persona que se encontraba en la calle o en el parque de su vecindario, hasta que tiempo más tarde, se detuvo frente a la de los Hwang.

Respiró hondo y puso su mejor sonrisa, solo esperaba que todo terminara rápido para poder huir y esconderse como un cachorro asustado. Tocó la puerta un par de veces hasta que por fin lo atendieron, pero no fue quien esperaba.


-¡Lix!-el rostro de Minho se iluminó en una bonita sonrisa-Te estaba esperando, ya tengo listo el dinero y lo que quiero.

Félix rió, definitivamente debía darle un regalo algún día en señal de agradecimiento, mucha gente era grosera con él y encontrarse con personas dulces lo hacía sentir más motivado y alegre.

-Esta bien, dime.

-Bien, para empezar, quiero cinco galletas de cualquiera de las que tienes-se detuvo a pensar un poco nervioso por lo que diría, pero era su oportunidad-Tú. . . ¿Eres amigo de Han?

Félix levantó la cabeza y dejó lo que estaba haciendo para mirarlo, sus ojos se veían más brillantes y sus mejillas un poco sonrojadas, y entonces se dió cuenta, a Minho le gustaba su mejor amigo.

-Si, ¿Quieres que le diga algo por ti?-sonrió con picardía.

-Yo. . . No lo sé, ¿Podrías hacerle una galleta muy linda de su carita y decirle que es de mi parte?-preguntó avergonzado, ante la mirada del rubio-Es que, no sé como acercarme, ya sabes, parece ser buena persona.

-Ajá-rió Félix-Puedo hacer eso por ti.

-¡Genial! Toma-le entregó el dinero y recibió con alegría sus galletas-¿Quieres que llame a Hyunjin?

-S-Si-sintió su corazón latir con rapidez.

Minho sonrió y corrió al interior de la casa para llamar a su mejor amigo. Segundos después, Hyunjin apareció con el ceño fruncido, viéndolo un poco confundido porque lo había mandado a llamar cuando sabía que no le iba a comprar nada.

-¿Necesitas algo?

-Sabes, tu cara se va a arruinar si sigues arrugándola.

-¿Para eso me mandaste a llamar? Porque si es así, me voy ahora.

-¡No, espera! Es que no pongas esa cara cuando me veas-hizo un puchero un poco desanimado.

Hyunjin notó la manera en la que la expresión del menor cambió, así que trató de ser más amable, al menos con él.

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