Si ho vols, el tindràs, zorra

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Gustabo estaba en la comisaría terminando el papeleo atrasado.

No es que le molestara, ni mucho menos, hasta le gustaba, pero justo ese día tenía algo importante que hacer.

Me cago en la puta. - Recogió la última carpeta. Eran las 2:48 p.m. Horacio se había ido hace ya cinco horas y Greco, su fiel compañero, se acababa de ir.
Lo habían dejado solo, a excepción de el superintendente.

No tenían ningún tipo de relación, pero los dos se deseaban, eso estaba claro. Llevaban meses yendo a atracos juntos, y cargándose a un par de gilipollas.

Los dos fumaban, alguna vez habían compartido algún cigarrillo. También solían beber mucho, embriagarse era una de sus pasiones.

Al estar pensando en ello, pasó desapercibido el sonido de la puerta al abrirse.

¿Que coño haces, nena? -Se exalto al oír esa gruesa voz. - Son las cuatro menos veinte de la mañana, ¿Porque estas en comisaría?

¿¡Que dice!? - Exclamó nervioso. - ¡A mi me pone que son las tres solo!

Pues no, muñeca, son las tres. - Se posó en el marcó de la puerta, esperando la reacción del contrario.

Joder, y yo que quería salir antes para dormir más. - Se quejaba mientras firmaba lo último. - ¿Usted que hace aquí?

Yo soy el puto superintendente. -Reafirmación de lo evidente. - Tengo que estar en comisaría casi todo el día.

Ah. -Jadeó. La simple imagen del superintendente le tenía acalorado. - ¿Y como fue el servicio?

Perfectamente. -Contesto. Se acerco al rubio y cuando lo tuvo en frente, este levantó la cabeza.

Conway lo cogio del mentón.

Ahora me vas a decir que cojones has hecho con Greco, nena. - Su voz se volvió más grave y firme. No lo admitiría ante nadie más que Gustabo, pero sentía celos de uno de sus comisarios por su cercanía a él rubio.- Y como no me convenza tu respuesta lo echaré del puto cuerpo.

Ah, ya estamos otra vez. - Replicó.-Ya te he dicho que no hemos hecho nada, solo somos colegas.

Colegas somos su puta madre y yo. - Le  agarro del hombro y lo apretó.- Sígueme.

Vale, pero usted sabe que no me voy a escapar ¿verdad? -Al decir esto, Jack le soltó del hombro. El rubio se tocó la zona, adolorido por la fuerza que uso el mayor. - ¿Acaso esta usted un poco piruleta, Conway?

Calla y camina mas rápido, anormal. - Protesto. - ¿Sabes Gustabin?

Dígame, papu. - Conway se paro en seco haciendo extrañar a el rubio.-¿Papu?

El mayor se acerco a él hasta que sus respiraciones chocaban. Estaban frente a frente, mirándose fijamente. El más bajo era el más nervioso ya que no sabía que haría su jefe.

Pensándolo mejor, no hace falta ir a mi despacho para esto.- Junto sus labios y los separó rápidamente. - Porque aquí no hay nadie más que tú y yo, ¿verdad?

Pero, ¿y las cámaras?- Miro al superintendente con una mirada nerviosa.- Greco las mira cada mañana.

Pondré las putas cámaras en bucle, rubio. - Sin esperar respuesta, alzó al rubio hasta cogerlo de los muslos y que este enrollar sus piernas en la cintura del mayor. - ¿Quieres hacer esto, o quieres un ascenso?

Quiero hacerlo, pero el ascenso también es una opción. - El mayor carcajeo, dejando ver su bonita sonrisa ante los ojos azules de Gustabo. - ¿Eso es un si?

Eso es un puede, pequeño. - Volvió su mirada hacia los ojos contrarios.- ¿Quieres echarle a la lotería? Un cincuenta cincuenta.

Hmmm, suena a éxito, acepto. - Dijo siguiendole el juego, pensando que podría ganar.

𝐒𝐢𝐬 𝐛𝐞𝐬𝐨𝐬 ❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora