Prólogo

1.2K 104 7
                                    


Revolví entre la mercadería toda esparcida por el suelo de aquel local, buscando -con suerte- encontrar algo para comer. Todos los paquetes de galletas y snacks estaban molidos y ya eran apenas migajas, pero tendría que conformarme con eso. Ni una botella de agua a la vista, al parecer, ya habían sido saqueadas todas ellas, con suerte había conseguido ropa para reemplazar mi uniforme que Sukuna había roto cuando nos encontramos ese día del incidente.

No era la gran cosa, pero era preferible una remera con la estampa de "i love Tokyo" que andar por sostén en la vida.

Abrí la puerta de un refrigerador y tomé una lata de energizante, rogando que me diera las fuerzas necesarias para seguir con mi trabajo.

La gran máquina despedía pequeñas ráfagas de aire frío, la energía eléctrica hacia cortocircuito por la luz titilante que oscilaba entre la vida y la muerte.

Una mano cerró la puerta de vidrio del refrigerador asustándome, me giré para encontrarme con el pelirosa que me miraba desganado.

No podía ignorar el dolor que me generaba verle esas cicatrices en su rostro, sentí que me quemaban el corazón así que miré en otra dirección.

—¿Por qué me ignoras?

—No lo hago.

Mentía, no podía verlo a la cara, no después de saber todo lo que había pasado.

—Sen, de verdad ya no sé qué más puedo hacer.

Lo observé, tenía la mirada perdida en algún lado detrás mío. Tomé su mentón y lo obligué a enfrentarme, aunque sabía en el fondo que era yo quien no se atrevía a hacerlo. Me dolía.

—¿Qué más?, ¿es un chiste?... ¿Qué más puedes hacer?

—Soy un asesino— se lamentó—. Maté a mucha gente, ya no puedo estar junto a los demás.

—¿Los demás?, ¿y yo...

—¿Crees que no me doy cuenta por la forma en que me miras?, me desprecias. Y ya no puedo soportar eso... no viniendo de ti. La única persona en la que confío en este mundo.

—No te desprecio, Itadori. Me duele, me duele muchísimo verte así y saber que todo fue mi culpa. No pude protegerte como te lo había prometido.

Mi mayor miedo era que, tal vez, no podría protegerlo de él mismo.

Me hice a un lado y salí de ahí, de ese lugar destruido como mi corazón.


[...]



Choso se encontraba a unos metros de mí y como lo intuía se acercó hasta donde estaba para sacarme información.

—¿Hablaste con él?, ¿te dijo algo de mí?

Lo miré con ganas de asentarle una bofetada.

—Choso, las cosas están bastante complicadas entre nosotros y tú esperas que me preocupe por tu relación fraternal.

—No te pido nunca más un favor— dijo resentido y se dio vuelta para seguir exorcizando maldiciones, yo solo sacudí la cabeza ante su reacción.

Desde el incidente del 31 de octubre, Shibuya había colapsado de maldiciones, se estimaban que eran unos diez millones. Diez millones que debían eliminar hasta el cansancio, lo que los había llevado cerca de ocho días deshacerse de la mayor parte.

Los dos muchachos habían formado una estrategia rápida de exorcización; Itadori los atraía y Choso los asesinaba, yo me encargaba de buscar a más víctimas que hubieran quedado atrapadas en los escombros, o en su defecto los cadáveres. 

Te Necesito || Itadori x TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora