𝗔𝗾𝘂𝗮 ⸙ 𝗍𝗁𝖾𝗇𝖺 [𝖾𝗍𝖾𝗋𝗇𝖺𝗅𝗌]

★ ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 2

"ʀᴇᴄᴜᴇʀᴅᴏ ᴅᴇ ᴄᴀʟᴍᴀ"

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Pasaron años y años desde que los eternos se separaron y Thena, Gilgamesh e Irvette decidieron emprender un camino juntos. No iban a mentir, al principio les aterraba de cierta manera que Thena algún día pudiera volverse demasiado agresiva, pero conforme pasó el tiempo fueron encontrando métodos factibles para calmarla.

Uno de ellos fue enseñado por Irvette en un día casual. La pelirroja estaba colocando y regando unas plantas que tenía decorando por toda la casa, cuando derrepente, Gilgamesh apareció en su campo visual y le miró serio.

- Thena me ha pedido que te diga que quiere que vayas con ella - se posicionó al lado de la eterna -. Está en el árbol de siempre, dice que siente una gran ansiedad recorriéndola y que seguramente sea el Mahd W'yry. Te necesita.

Irvette se limitó a asentir y pedirle que terminara por ella de regar las plantas, pues pese a su poder de agua le parecía mucho más satisfactorio y mundano regarlas con la regadera de arcilla que había diseñado.

Eso también era otro detalle, se había aficionado a la cerámica de arcilla y prácticamente la mitad de objetos de la casa eran creación suya, tanto la vajilla de la cocina hasta varios objetos decorativos como macetas, figuras sencillas o incluso algún que otro botijo pequeño.

Salió de la casa y se dirigió hacía Thena, quien se hallaba sentada enfrente del árbol sin hojas dibujanto rápidamente sobre un papel. Era un método que habían creado Gilgamesh e Irvette, liberar el estrés y la ansiedad con dibujos que representaran lo que sentía o incluso veía la eterna. Thena no se negó a la idea, incluso ya llevaba varios hechos y estaban repartidos alrededor de todo el árbol con piedras a sus lados.

- Thena, ya estoy aquí, Gilgamesh me ha dicho que me necesitabas - la pelirroja anunció su llegada.

Tardó algo en responder, pero aún sin parar de dibujar habló:

- Cada vez siento que mis ataques son más inesperados, no sé hasta cuando voy a poder controlarme, hasta cuando váis a poder vosotros - se escuchó un pequeño sollozo por su parte.

No poder tener el control sobre lo que hacía en sus ataques la causaba demasiada ansiedad, pensar que en uno de ellos podría matar a Gilgamesh le ponía mal, pero pensar que podía matar a Irvette le hacía perder la cabeza.

La pelirroja se acercó a paso lento.

- No pasa nada, Gilgamesh y yo estamos aquí para ayudarte, lo sabes. Nunca dejaríamos que te pierdas por completo.

Con cautela, se sentó a su lado y observó los dibujos, algunos destacaban por lo oscuros que eran, por la sensación de terror y desconcierto que daban, y otros destacaban por lo sumamente raros que eran, por las figuras abstractas que lo componían y las formas extrañas que remarcaban cada cosa.