Dawkins despierta después de que un rayo impactara cercano a la ventana de la habitación del can. Despertó exaltado, ya que una pesadilla lo estaba atormentándolo interiormente. Estaba agonizando del susto que logró despertarse y con la adrenalina en alto. Su cuerpo empapado levemente del sudor y tembloroso del suspenso que le llevó.
Soñaba que estaba huyendo de la solitaria ciudad de Londres, en plena luz de la Luna y sin ningún grillo que acompañara la ciudad; dejando un espacio abandonado y callado. Estaba en persecución de una banda de canes que lo perseguían con una velocidad acelerada. No logró captar qué sujetos eran, solamente eran siluetas negras como espíritus persiguiéndolo en toda calle y callejón que entraba el can dálmata.
Su cuerpo se empapaba del sudor del agotamiento por correr por minutos, jadeaba exhausto sin cesar. Seguía corriendo por toda la parte de Camden Town donde vivía, hasta que no pudo más con las ganas de seguir con la persecución. A un callejón a oscuras se metió y se detuvo para tomarse un respiro de toda la persecución que tuvo que enfrentarse.
Y aunque pensó que todo estaba acabado, sus oídos captaron que iba a todo lo contrario. Risas escalofriantes se infiltraban en sus oídos, haciendo que sus músculos produjeran una reacción de pánico causando escalofríos y debilidad. Y esas risas no paraban, sonaban en eco y en repetidas veces. Aunque el can se tapara sus oídos con sus patas no era lo suficiente para dejar de prestar atención esas risas que cada vez eran más inquietantes.
—¡Paren, ya! —exigió Dawkins exclamando a aquellas siluetas inidentificables. Solamente en respuesta, soltaron una carcajada similar a la de un payaso loco de circo.
«Siempre serás poco para nosotros»; se lograba escuchar en lo fondo. «¿Y te haces creer científico-inventor?», «solamente eres un perro más sin talento».
Y para hacer sonar peor la pesadilla, las siluetas empezaron a rodear al cachorro sin darle alguna escapatoria en algún posible lugar. Y por turnos, golpeaban al científico can sin explicación. ¿Pero quiénes eran?, ¿cómo pueden lastimarlos verbal y físicamente?
Cada golpe era un tormento para Dawkins. Quería escapar, pero no había salida visible dónde irse. Solamente gritó «basta» y la pesadilla había acabado hasta que él despertó.
Hasta al despertar, sentía levemente dolores donde esas siluetas pudieron dárselas en distintos lugares. Sin tomar en cuenta la revolcada que hacía en su cojín por querer salir de la pesadilla que lo estaba atormentando.
No logró averiguar quiénes eran esos que los lastimaban, solamente eran siluetas con ojos luminosos amarillos y bocas alargadas con colmillos filosos y espeluznantes.
Otro relámpago cae, dejando más intensa la tormenta y el viento inestable.
«Día difícil, necesito relajarme».
Dawkins se levantó de su cojín y se acercó a la ventana empañada que estaba a metros de distancia de donde dormía. Solamente se asoma a mirar como la tormentosa noche dejaba empapada toda la ciudad. Hasta observaba que el viento incontrolable sacudía bruscamente los árboles plantados en las aceras de las calles. Y aquel aroma distinguido que olfateaba, era lo que más le encantaba de todas esos días lluviosos que hay en la ciudad.
«El relajante y agradable olor a la lluvia. Paz en mi interior».
Se acerca a la cocina de su casa, a tomar un tazón y servirla con agua. Bebe de aquel líquido mientras pensaba inquieto sobre aquella pesadilla que lo despertó a media noche. Quería averiguar esas siluetas que lo perseguían, que los lastimaba, que lo herían mentalmente.

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Petricor
FanfictionTodos tenemos días malos, todos sentimos tristeza, todos pasamos por cosas malas. Pero no todo se pinta en un torno gris, siempre hay una salida donde las cosas se ponen mejores. Donde todo es más alegre y se siente conforme y feliz. Dawkins y Da Vi...