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Él podía ser increíblemente celoso la mayoría del tiempo y consideró —como una broma— que abandonar a Nana en un almacén vacío lo ayudaría a mantener la paz. Debía tener sus pertenencias fuera del alcance de los demás.
Piko nunca aprendió a compartir; no daba los apuntes escolares ni ofrecía comida a sus amigos. Era fácil entender que esa condición también se extendía a Nana.
Y no. Él no la controlaba, ella es libre de salir acompañada con cualquier imbécil mientras Piko no estuviera allí. Creyó haber dejado lo suficientemente claro está condición pero falló —era culpa suya—.
Nana lo provocó publicando una selfie con sus ridículos amiguitos ¡Y encima lo hacia sentir culpable por sus celos entendibles y justificados!
(Pobrecito Piko, ella era una persona muy cruel)
──¡Vaya Piko! ¿No vas a saludar?
Virgen Santísima del Carmen. La mitad de los invitados en está fiesta tenían retraso mental, Piko estaría haciéndoles un favor envenenado las bebidas para provocarles una embolia.
──¡Yo creía que odiabas las fiestas! ──exclamó Yuma.
Las odiaba pero debía vigilar a Nana y él no era ningún acosador capaz de acechar a la gente desde una ventana.
No de nuevo. La última vez se lastimó el tobillo —sanó en tres semanas—.
──Lo hago ──sonrió── Pero me quedé sin planes y terminé aquí.
──¿Entonces me acompañas? ¡No quiero ir solo a comprar más cerveza!
Parpadeó con el fin de girar los ojos discretamente. Evitó insultar al pelirosa sentado a su derecha, Piko no iba a ir a ningún lugar sin Nana.
──Hombre, yo no puedo cargar eso ──bromeó Piko.
Yuma rió. Lo más normal del mundo es reír con el chico que te hizo la vida imposible en la primaria, pretendiendo no reconocer sus intentos de manipulación mal ejecutados. Él rió también.
──¡Miralá! ──señaló a Nana ya que evidentemente no es descortés apuntar a la gente con el dedo── ¿No es Nana? ¿Ya te revolcaste con ella?
Ugh.
Negó con la cabeza, manteniéndose tranquilo. Lucía relajado en vez de consternado por la implicación. ¿Estará Nana contenta por obligarlo a convivir con él? ¿Estará disfrutando el rock y cerveza con esa gente tan insípida?
──No ──sonrió apenado── La verdad no sé cómo acercarme a ella, está rodeada de gente y me da vergüenza ¿Sabes qué podría hacer?
──¡¿Quieres mi ayuda?!
──No te imaginas cuánto.
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