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Chuuya termina la barra de chocolate, era pequeña, entonces pudo comerla fácilmente.

Dazai se sienta en la cama nuevamente y rodea a Chuuya con sus brazos.

—¿Cómo te sientes?—

—Como la mierda—

Dazai asiente.

—¿Quieres dormir un rato?— Pregunta.

—Si, pero sé que no debo— Responde, sabe que si cae por esa pendiente será muy difícil volver a salir.

También sabe que no es algo que puede controlar, sabe que si la bruma negra en su cabeza y el plomo de su estómago así lo quieren Chuuya tendría que quedarse en cama por días.

Sabe que está lo suficientemente bien como para haberse levantado, duchado y para preparar café, eso es ganancia.

También pudo comer un poco además del chocolate, sabe que probablemente va a vomitarlo pronto, pero al menos lo intentó.

—¿Te sientes lo suficientemente bien para hablar?—

Chuuya mira al suelo.

—No quiero —

Dazai acaricia gentilmente el cabello de Chuuya, quiere hacerlo sentir lo más confortable que pueda.

—¿Por qué no me lo dijiste?—

—Porque no somos amigos y no era tu asunto — Responde, la realidad es que Chuuya nunca se lo dijo a nadie.

Cuando Kouyou se enteró de su primera caída, él rogó que no se lo dijera a Mori, que solo sería algo de una vez.

Fue algo de una vez, al menos una docena de veces, las oculto de todos como si fuera un maestro criminal y siempre ha sido fácil para él esconder cualquier cosa tras la ira.

Recuerda ir arrastrando la tristeza y la ansiedad desde sus tiempos de ovejas.

"¿Y si no soy lo suficientemente fuerte?"

"¿Y si mueren porque soy débil?"

"¿Por qué me es tan complicado abrir los ojos cada mañana?"

No es que se queje de su vida en ovejas, ellos le salvaron la vida, es normal que Chuuya haga lo mismo.

Día tras día, tras día, tras día, tras día, tras día...

—Seguía siendo tu compañero, al menos pudimos haber compartido el ser adolescentes deprimidos —

—Te habrías burlado, tú me odias después de todo—

—No, ya te lo dije antes naranjita, yo te amo— Dazai deja un suave beso en la frente de Chuuya.

"Naranjita" piensa Chuuya, no sabe si sentirse ofendido o extrañamente conmovido de que al menos no se oiga como algo ofensivo a primer análisis.

—No, estás aquí para saltarte el trabajo y evitar que me mate—

—¿Y por qué intentaría evitar que te mates? Acabas de decir que te odio—

—Porque ahora eres de los buenos, los buenos no dejan a personas que se hacen daño solas—

—Pero Chuuya, tú eres tú ¿Por qué me comportaría como uno de los buenos contigo? Conoces lo peor de mí— Dazai sabe que razonar con Chuuya ahora mismo es realmente difícil, está hundido en sus ideas dolorosas.

—Para hacerme sufrir, es el ciclo del abuso: luna de miel, tensión, explosión, luna de miel—

Dazai mira a Chuuya con pena.

El dios de la desgraciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora