✫ Capitulo 1 ✫

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Lee Felix, un chico de un pueblo pequeño, conocido por su gran amabilidad, su sonrisa cautivadora, su belleza irreal, sus cabellos rubios como el oro y sus hermosos ojos verdes que recordaban a la praderas cuando la primavera arribaba.

A pesar de ser un chico muy querido este siempre estaba solo, la razón de esto es que ninguna persona se acoplaba a su personalidad, nadie lo hacía sentir cien por ciento cómodo y eso lo deprimía, pasaba su mayoría de tiempo en una pradera en la que lirios lilas abundaban y su olor lo tranquilizaba.

Lee Minho, un chico bastante extraño, este al igual que Felix no tenía amigos, pero esto se debía a que nadie le caía bien o que todos eran muy “aburridos” según Minho.

Este siempre admiro a Felix, su manera de ver el mundo, su manera de ver a las personas, como si todas por más malas que fueran merecen ser perdonadas y amadas, el era un sol, para Minho Felix era un sol que alumbra todo a su paso.

Pero nunca se acercó a hablarle porque su vergüenza era mayor.

Felix notaba múltiples miradas todos los días, el sabía que llamaba la atención pero nunca sintió una mirada tan fuerte como la de Minho.

La mirada de esos hermosos ojos castaños ponía sus nervios de punta y hacían a su corazón acelerarse.

Felix pensaba que no era del agrado de Minho, su mirada siempre era tan inexpresiva, solo lo observaba sin emoción alguna.

Un día Felix se encontraba en la pradera, este la bautizo como “extraño lugar” porque era la única pradera donde los lirios lilas florecían y por eso le encantaba el lugar, tan único.

Felix se encontraba tan relajado hasta que escucho como si alguien se quejara.

Dejo sus actividades de relajación para dirigirse a una parte de la pradera donde la maleza era intensa, aparto los grandes matorrales y se encontró con el extraño chico. Minho.

Miro que su rodilla sangraba y con rapidez lo ayudo a salir.

-No te había visto aquí- dijo Felix ante la atenta mirada de Minho mientras lo conducía a un punto plano de la pradera y poder atender sus heridas.

-Yo si te vi- esas palabras hicieron a Felix sentirse de una manera extraña, no incómodo, solo extraño.

-Siempre lo haces- termino de decir Felix mirando la herida de Minho, es un raspón leve.

Felix proceso la manera tan estúpida que tuvo para iniciar una conversación con el chico que le aceleraba el corazón. No le dijo hola ni pregunto cómo se lastimó, solo dijo que lo no había notado.

Tonto.

Se regaño.

-¿Estas bien?- pregunto Felix después de un tiempo silencioso.

Minho no respondió, estaba perdido en Felix, de cerca era aún más hermoso, para Minho Felix era irreal.

Tanta belleza no es humana.

-Disculpa la pregunta pero- Felix empezó a decir de forma nerviosa-, ¿No te agrado?

Cuando Minho escucho esas palabras salió de un ensoñación.

-¿Cómo?

-Si, es que he notado como me miras.

Felix bajo su mirada al piso, la mirada de Minho era realmente difícil de sostener.

-No te miro porque no me agrades, te miro porque no entiendo como tu belleza es real, como tu eres real. Eres irreal Lee Felix.

Felix no supo que responder, pero si sabía que esas simples palabras harían eco en su cabeza por mucho tiempo.

Después de ese acontecimiento Felix comenzó a frecuentar más a Minho, en el almuerzo se sentaba junto a el, no le importaba que Minho no dijera palabra en lo absoluto, se sentía cómodo con alguien por primera vez.

Minho era su comodidad y su paz.

Muchas personas sintieron sus celos crecer al ver al castaño con el rubio tomados de la mano.

¿Cómo pudo ser que una persona como Lee Minho, el ser más frío y amargado que existe este con un sol como Lee Felix?

Muchas personas antes intentaron llamar la atención del rubio, pero ningún tuvo suerte y ahora llega un extraño y lo logra de la nada.

Estos acontecimientos solo pasaban en un pequeño pueblo de el cual su nombre ya no se recuerda.

El verdadero caos ocurría mucho más abajo, en el inframundo, hogar de las almas desamparadas.

-¿Y esa ley de mierda?- grito el príncipe enojado por quita vez en el día.

-La impuse yo- dijo el rey con toda calma.

-Viejo, ¿Cómo me estás diciendo que para gobernar debo desposar a alguien?- pronunció el príncipe con total indignación.

-Desposarlo no, tienes que hacer el trato de unidad.

-¡Peor¡

-Es por tu bien- dijo el rey claro en su decisión.

-Por mí bien mí culo, nadie en este infernal lugar es tan bueno como para mí, menos para gobernar a mí lado.

-¿Y que quieres? ¿Que vaya al cielo y te baje un ángel?- dijo el rey con la poca paciencia que le quedaba.

-¿Conoces a esos seres acaso?, Son lo más odioso que existe, primero quemó mis alas en el fuego más intenso de este lugar antes que tener a una de esas cosas.

-Entonces busca a tu compañero por tu maldita cuenta Hyunjin, ya tienes la mayoría de edad, ve a donde se te plazca pero sin unión no hay corona, es lo último que diré.

Hyunjin refunfuño una y mil veces, maldijo a su padre otras cien y se lamento otras mil.

Al final decidió ir a tierra de los vivos, después de todo hacían buena comida y los que conoció hace un siglo no hablaban tanto, no seria tan malo.

Usando el permiso de su padre salió del inframundo y camino hasta la superficie, sus pasos lo guiaron hasta prado de lirios lilas.

Miro a sus alrededores y se fijó en algo que llamo su atención al máximo.

Una cabellera rubia como el oro se asomaba entre las flores, tomo la forma de un conejo y se acercó para mirar que o quien era.

Cuando estuvo a una distancia prudente observó a un humano, un humano con una belleza que ni el mismo había visto antes, unos ojos verdes que lo dejaron hipnotizado, una sonrisa más bella que la muerte, un aura puro y brillante, era como una brillantes luz.

Y Hyunjin quería poseer esa luz.

Extraño Amor- Hyunlix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora