APRENDIENDO A FINGIR

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IRINA

Los zombies entran por todas partes y todos en la sala entran en pánico, hasta que la puerta es derribada y aparezco en la escena. Todos parecen aliviados al verme, y como no, no los decepciono y disparo a todos los zombies matándolos uno por uno.

Cuando ya no queda ninguno todos aplauden y me elogian.

-No ha sido tan difícil, es decir...-justo cuando estoy dando mi speech, un móvil empieza a sonar.

¡RING! ¡RING! ¡RING!

-¿Pero qué...-murmuro abriendo los ojos vagamente. Mi móvil suena en la mesita de luz. Sin responder me fijo la hora y son las siete y media de la mañana, demasiado temprano. Vuelvo a acomodarme sobre la almohada esperando que el móvil pare de sonar, pero me vuelven a llamar, así que respondo.-¿Qué quiere?

-Irina.-la voz ronca suena a través de la línea, y reconozco perfectamente que se trata de James.-Te estoy llamando hace diez minutos, estoy abajo esperándote para llevarte a la uni.

-Joder, ¿tan temprano?-me quejo yendo a buscar mi ropa.

-¿Temprano? Esta es la hora ideal, ni un minuto más ni un minuto menos. Y como tú me hagas perder mi tiempo te dejo aquí.

-Sí sí. Me estoy cambiando, ahora en...más o menos cinco minutos estoy abajo.-cuelgo sin que se pueda quejar o decir algo.

Me pongo unos jeans negros ajustados y una camisa blanca simple medio holgada. Me pongo las converse, y me cepillo los dientes y el pelo. Una vez ya hecho esto, estiro rápidamente la cama para salir corriendo para bajar los cinco pisos de escalera mientras como un pequeño croissant.

Cuando llego abajo, encuentro a Scott impaciente en el coche.

-Hola.-lo saludo secamente entrando en el coche aún con el croissant en mi boca.

-Hol...¿Pero se puede saber qué coño haces?-me reprende molesto. Yo lo miro como un cachorrito perdido, él lo percibe y se explica.- Me vas a llenar el coche de migas de esa cosa.

Trago el trozo de mi factura y lo miro.

-No voy a ensuciar nada, soy muy cuidadosa.-digo con la boca llena de comida, volviendo a dar un bocado terminando por completo este.-Ves, ya está, noy hay de qué preocuparse.-él niega con la cabeza, y arranca.

-Simplemente mantén tus grasosas manos de los asientos.

Levanto las manos en señal de inocencia.

El viaje empieza y hay demasiado silencio.

-Y...ehh...¿Hoy no hay música?

-Si no te gusta mi música y a mí no me gusta la tuya, ¿por qué ponerla?

-No lo sé, DJ sin gusto, eso lo dirás tú, que es tu radio.

-Bueno si lo dices así...pondré mi música.

-¿Qué? ¡NO!

-Ves, es inútil. Además ya estamos por llegar, entramos al estacionamiento y ya. Por cierto, hoy vienes a almorzar conmigo, y te voy a acompañar a la primera clase y a la de después del descanso.

-¿Y si no quiero?-me mira serio.

-Nadie se creerá nada y te quedarás sin tu amorcito.

-Te he dicho que no lo llames así.

-Lo que digas. Solamente vamos a tener que vernos en esos momentos, y creeme, yo tampoco quiero compartir tanto tiempo contigo.- pongo los ojos en blanco como respuesta.

Devuelvo la mirada por la ventana, y observo atentamente y sin perderme ni un detalle como el Mythos rojo, un coche de la última serie de Mercedes-Benz, estaciona en la entrada de la uni. Al instante reconozco a quien pertenece. El moreno de ojos verdes y melena castaña baja a cámara lenta delante de mis ojos mientras se acomoda una gafas de sol sobre los ojos. Es tan atractivo que tan solo pensarlo hace que me derrita.

Si supiéramos lo que el destino nos tiene preparado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora