CAPÍTULO ONCE

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Na-kyum después de correr muy inquieto lejos de la cocina, paró en seco en medio del patio, volteó atrás, no había nadie o dicha persona persiguiendo sus pasos. Agachó su cabeza muy confundido, su pecho latía locamente fuerte y rápido, estaba seguro de que no era por la adrenalina de correr, por alguna extraña razón, tocar esos labios suaves le sacudió el corazón, aún sentía sus labios contra los suyos. Llevó sus dos manos a su mejilla y efectivamente estaban calientes, tenía un violento sonrojo.

De pronto la puerta principal se abrió, Seung-ho y Sangwoo entraron.

—¡mi señor! —saludó rápidamente bajando la cabeza.

Sangwoo ante eso ocultó su risa, fingió ver algo más de la casa y no a ese chico gracioso.

—deja eso, Na-kyum —dijo Seungho un poco avergonzado.

—ah... sí señor —no pudo mirarle a los ojos, algo le impedía mirarle directamente, sentía una molestia de conciencia, como si hubiera hecho algo malo —yo... —volteó hacia la dirección de la cocina, quería volver ahí —yo me retiro —dio otra reverencia y dio media vuelta.

No era molestia, era culpabilidad, pero no tenía por qué sentir eso, no hizo nada malo, su señor Seung-ho le dejó en claro que no sentía amor hacia él, y estaba claro que en su corazón solo habitaba el nombre de Sangwoo. Ahora solo quería ver a YoonBum, necesitaba volver a mirar ese lindo rostro.

Los dos hombres confundidos vieron marcharse. Y sin más, ellos también se fueron.

Na-kyum entró a la cocina estampando la puerta, buscó con la mirada a Yoonbum, él seguía picando algunas verduras, tenía la mirada ida a sus pensamientos, a pesar de eso, escuchó a Na-kyum.

Na-kyum con inseguridad se acercó, en el paso llevó más verduras. Carraspeó —yo... siento haberme marchado sin más.

—no te preocupes, solo déjame hacer mis cosas.

Eso le dejó en claro que no quería hablarle y ni siquiera mirarle, toda su atención estaba en las zanahorias.

—oye —le jaló el brazo, le miró a los ojos —lo siento, ¿sí? Me alteré y...

—¡tú fuiste el que me besó, yo no! —golpeó el cuchillo contra la mesa de madera.

—sí, lo sé, y por eso me disculpo —expresó muy culpable —Yoonbum —le agarró suavemente de los brazos —me gustas, yo... recién me acabo de dar cuenta, si no fuera por ese beso, yo jamás me hubiera percatado.

—eres un tonto.

—sí, creo que realmente soy un idiota muy ciego —rio decaído.

Yoonbum le miró de lado, no podía enfadarse con ese hombre, también lo quería, le dolió ver como era abandonado, dejado por esa persona que por un segundo pensó corresponder al instante sus sentimientos, solo faltaron unos minutos para que Na-kyum también se diera cuenta. 

Detrás de ellos una sirvienta les miraba con una ira desbordante, de su cuerpo salía un peculiar humo de su cuerpo, como si fuera una neblina, de un color verde esmeralda. Era Hanahaki en el cuerpo de una empleada.

Ella estaba muy molesta de que ya no podía controlar el cuerpo de Na-kyum, su amor se intensificó y esa energía ya no le dejaba entrar en él, la votaba de golpe.

Con molestia, agarró un cuchillo de cocina y se acercó sigilosamente ante ellos.

Na-kyum y YoonBum estaban conversando riendo y avergonzados, no se dieron cuenta del peligro que se avecinaba en ese instante.

—déjame intentarlo, recomenzaré todo el dolor que te hice pasar hasta ahora.

—te dije que no era tu culpa, ella te estaba manipulando, todo esto no hubiera pasado si no fuera por esa mujer.

—pero si en ese momento no hubiera sido tan debil de corazón, entonces...

—hey, ya déjalo —posó su mano en su mejilla.

—está bien, esta vez daré lo mejor de mí, recompensaré cada minuto, te enamoraré más de lo que ya estás —sonrió divertido, también acarició sus pálidas mejillas.

Sin que los dos se lo esperaran, el cuchillo atravesó fácilmente el abdomen de Bum, entró hasta salir al otro extremo. Yoonbum sintió ese dolor agudo, dio un suspiro atragantado. Su mente de inmediato quiso ponerlo en alerta a la nueva introducción del objeto, pero su vista estaba centrada en los ojos avellanas de Na-kyum, esos ojos parecían salirse de sus órbitas del impacto.

VIAJE A OTRA DIMENSIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora