~ Capítulo único ~

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Era oficial.

Estaba harto.

No solo había intentado -más bien, confesado- querer matarlo.

Su almirante era de lo peor.

Su tripulación traía asolada a la suya.

Y no solo eso.

Blackbeard no había llegado solo.

Stede dio un sorbo a su té como si con ello pudiera seguir manteniendo la paciencia que hacía días se le había esfumado.

Se dio cuenta no por su fingida cortesía ni por la forma en la que a veces cambiaba sin razón aparente.

Primero pensó que estaba loco, o que otra vez Roach le había puesto algo a la comida o le había preparado un té "especial" (como el que le hizo cuando todos habían decidido que se iban a amotinar y al final se arrepintieron).

Pero no.

Lo vio claramente cuando un día lo escuchó hablando solo, cerca de la ventana.

Esa vez pensó que tal vez estaba discutiendo con Izzy o con alguno de los miembros de su tripulación, pero Edward estaba completamente solo.

Palabras más, palabras menos, pero aún podía recordar algo de aquello que no sonaba como un soliloquio, sino más bien como una acalorada discusión.

"¡No, eso sí que no!"

"¡Vamos! ¡Será divertido!"

"¡Absolutamente no!"

"¿Pero por qué no?, carajo, será como quitarle un doblón a un cofre rebosante..."

"¡No está bien! ¡Ha sido muy gentil con nosotros y creo que no es lo adecuado! ¿Qué nunca te enseñaron modales?"

"La verdad es que nunca me interesó aprenderlos, además nadie va a extrañar a ese sujeto. Todo el tiempo hay gente cayendo por la borda, ¿Qué más da otro cadáver en el mar? ¡Oye, suéltame! ¿Qué te pasa?"

Y fue ahí cuando Stede se dio cuenta de que no solo llevaba al temible Barbanegra en su embarcación y que el tipo no estaba loco, sino más bien demente.

Esa vez se asomó con cuidado al escuchar aquella rara conversación que tenía la misma voz y vio que las tatuadas y bronceadas manos del temible pirata estaban alrededor de su propio cuello.

"¡Eres un gallina! ¡Ni siquiera sabrías cómo matar a un hombre con tus propias manos! ¡Así es cómo se hace!"

Stede sabía que lo mejor era alejarse y si bien le causó conmoción el escuchar que probablemente aquel tipo había barajado la posibilidad de matarlo, eso ahora era lo de menos.
Tenía al peor de los lunáticos abordo y si era capaz de ahorcarse a sí mismo, entonces sería capaz de cualquier cosa.

Su té comenzaba a enfriarse mientras miraba el mar apacible, cómo si ahí se hallarán todas las respuestas, cómo si una sirena fuera a cantarle las soluciones, pero no iba a suceder.

Él mismo tenía que buscarlas y, siendo honesto, le aterraba tener que enfrentarse a ellos.

Se sentía loco tomándolos como dos personas, pero ya lo había pensado, la idea no abandonaba su cabeza ni de día ni de noche, y debido a aquellos episodios tan extraños no estaba tan equivocado al pensarlo, ¿O si?.

Suspiró por milésima vez y aunque lo único que quería era una buena siesta, Lucius llegó hasta él con una sonrisa nerviosa.

-¿Capitán?...

-¡Oh, Lucius!, ¿Qué sucede?

-Roach hizo un pastel para celebrar que Frenchie y Wee Jhon terminaron de arreglar su habitación... Quieren saber si los capitanes se unirán...

~La maldición de Edward Teach~  Blackbonnet Donde viven las historias. Descúbrelo ahora