6_Fantasma que me persigue

11 7 0
                                    

"Con frialdad he logrado todo lo que me propongo y si mi camino solo estar es, solo me quedaré"...

Samuel.

Un sin fin de preguntas te llenan la mente en ese momento en que sientes tanto pero no te atreves a decir nada. Entonces lo que conocías como paz, comienza a convertirse en dudas.

—¿Señorita Ana?—me saca de mi estado pensativo el profesor y continúa—¿Qué es para usted el amor?—

—¿Cómo puedo yo describir algo de lo que no tengo pruebas de su existencia? Está sobrevalorado—

_¡Me impresionas! Así que crees en la traición usando términos que llevan a hablar de amor pero no crees en este_me dice y se acerca, entonces respondo.

—Se dice que cuando alguien experimenta ambas cosas al mismo tiempo entiende qué existe y que deja de existir—pausa —Por mi parte creo que...—alguien me interrumpe.

—¿Crees que el amor no existe pero la traición sí porque ya lo viviste?—

Frío en el estómago, dolor, mis manos sudando al ver la silueta que estaba de pie esperando para entrar. Mi corazón amenazaba con irse de paseo un rato y volver cuando él desapareciera.

E allí, con esos ojos grises, deslumbrando a todas las chicas con su presencia mi exnovio Lucas, mi primer amor y el dueño de mis noches en vela yacía en una pose con su brazo pegado a la puerta.

—¡Lucas!—grité prácticamente con cara de horror mientras una voz detrás de mí soltó.

—¿Qué rayos haces aquí?—¿Fue mi idea o Carys le gritaba a Lucas? Todo el mundo nos miraba, la confusión en sus ojos notandose.

Me paré de mi asiento asustada. Entonces me sentí mareada; mis ojos rodearon todo el salón mientras mi pecho subía y bajaba desesperadamente. Cuando pensé que iba a caer alguien tomó mi mano.

—¡Plana! ¿Estás bien?—Sam sostenía mi mano calmándome confuso.

—¡Sam, Ana, Carys, a sus asientos!—habló el profesor de repente pero al no ver ningún cambio en nuestras posiciones se giró hacia Lucas.

—¿Conoce usted a estos alumnos? ¿Y porqué llega tarde a su primer día de trabajo?—

¿Primer día de trabajo? ¿Acaso el sería el encargado de ayudar a Samuel a impartir clases de Literatura?

Pues si difícil era ver a Carys, ver al chico que besó frente a mí sería lo peor.

Lucas permaneció en silencio por unos segundos sin despegar sus ojos de nuestras manos que aún seguían enlazadas.

Instintivamente y de manera sutil solté la mano de Sam y dándole las gracias esbocé una pequeña sonrisa en su dirección, asegurándole que todo iría bien.

Entonces él, Lucas, se presentó.

—Buenos días alumnos. Mi nombre es Lucas y seré el ayudante de Samuel durante un tiempo. Espero que nos llevemos bien y sobre todo cumplan bien las reglas y seremos buenos amigos. Para empezar—se giró en nuestra dirección.

—Siéntense de una vez—dijo mirándome fríamente solo a mí, con esa voz ronca.

Ya en nuestro lugar rezaba que de una vez acabara la clase hasta que el timbre sonó. Sin embargo Lucas se le quedó viendo a Sam y le habló.

—¿Sam? ¿Es tú nombre no?—dijo con indiferencia y nos miró a mí y al ser que detrás de mi acomodaba sus apuntes en su mochila.

—Ana, Carys y tú el rubio, se quedan dos minutos—

Samuel lo miró con cierta malicia sosteniendo cierta diversión en su rostro, lo que lo hacía ver patético mientras le pasaba por un lado para irse.

Ya solos miró a Sam primero y le habló

—¿Eres novio de alguna de ellas?—

—¡No tienes derecho a preguntar eso!—solté sin pensarlo pero Sam me detuvo y se paró frente a él.

Eran del mismo tamaño pero para nada iguales. Mientras Lucas era un chico de peli castaño oscuro, ojos grises, frío por dentro con esos celos que si salen a flote pueden hacerte temer por tu vida, Sam era muy cálido, coqueto y lo poco que conocía de celos en él se resumía a nervios. Eran el invierno y el verano teniendo un choque.

—Paren esta tontería de una...—traté de decir pero ni me miraban.

—¿Responderás o no? Estoy esperando—Lucas continuaba replicando a Sam esperando una respuesta.

—¿Porqué tanto interés? ¿No es usted solo un ayudante del profesor?—

—¿Estás con ella, sí o no?—me apuntó con su dedo.

—¡Sí!—dijo sin pensarlo dos veces y ahora yo me preguntaba en qué momento me había convertido en su novia.

Comenzaron a hablar y gritar y en las últimas palabras, alguien gritó de repente.
Hasta me llegué a asustar, Carys tomó el brazo de Lucas, lo empujó a un lado y entonces sucedió lo que menos me esperaba que hiciera, lo abofeteó fuertemente y mientras él se sobaba la mejilla enrojecida le gritó.

—¡Eres un maldito imbécil! ¿Crees que puedes jodernos la vida por una apuesta y volver como un celoso dominador y compulsivo a nuestras vidas? ¿Quién te crees para controlar con quien está ella o no? ¿O crees que fue fácil aguantar que me odie por un maldito beso que ni planifiqué?
¡Nunca mereciste ser su primer amor! Y me alegro de que me hallas besado en su cara, porque de lo contrario ese día se habría acostado con un idiota como tú—

Su pecho bajaba y subía rápidamente. La vi alejarse hacia la puerta para irse, pero no sin antes mirarme de reojo por encima de su hombro mientras sus lágrimas al igual que las mías comenzaban a brotar débilmente, para decirme

—Lo siento, A—se fue y miré a Sam con cara de no entender nada, pero se acercó a Lucas y lo agarró por la camisa del cuello.

—Dime que escuché mal y no traicionaste a Ana—

—Sam no...—intenté decir pero me interrumpió.

—Dime que no eres ese maldito idiota por el que lloró todo este tiempo—

Espera ¿Cómo Sam sabía eso?

La vida y sus intensos juegos nos tenían atrapados en una tela de araña que podía romperse en cualquier instante.

Para conocer a alguien no basta solo con haber hablado durante un mes o más; incluso hay personas que no se han de conocer ni a sí mismos hasta que les golpean y deben sacar lados escondidos de su alma.

¿Acaso la agonía no terminaría nunca o él estaba allí para hacer que acabara?

Amor psicópataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora