Capítulo XIV

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<<Días>>.

Solo días habían transcurrido desde que pactamos investigar a los Eros. Jaeiden estaba perdido, nos reuníamos de vez en cuando pero ya no era él mismo.

Aún así intenté mantenerlo distraído la mayor parte del tiempo.

Para el martes en la tarde ya tenía una pista de nuestro objetivo.

Los Eros todos los días a las seis de la tarde luego del colegio se encontraban a las orillas del pueblo con dirección al bosque, usaban capaz que ocultaban un poco su vestimenta y después entraban, a lo que supuse yo: cazar.

Evora me estaba ayudando un poco contándome sobre los hechos que pasaron hace cuatro años y, viéndolo bien las fechas se separaban por muy poco. Me servía que ella confiara en mis sospechas ya que era una chica bastante buena en investigar.

El miércoles decidí que ya era momento de seguirlos pero mi plan quedó en segundo lugar porque él desapareció:

-¿Cómo que Jaieden no ha vuelto a casa?

-Esta mañana Delcia tocó a nuestra puerta preguntando por él, al parecer salió a llevar unas cosas la noche anterior y aún no volvía.

Recordé el mal presentimiento que me recorrió cuando nuestra vecina dijo eso.

-¿Y la policía?

-Dijeron que debemos esperar cuarenta y ocho horas para darlo por desaparecido.

-¡Eso es lo inútil de las autoridades! Hace dos semanas pasó lo del mensaje y no hallaron nada, Jaieden se va y no regresa ¡Es obvio que algo pasó!- Evora golpeó su pupitre con los puños, estábamos en clases de mates. Harel que estaba colado en nuestra clase nos miró por sobre su hombro.

-Eso mismo les dije yo, pero respondieron que hasta que se cumpla el plazo de horas no podrán hacer mucho. Yo sé que le pasó algo; él no desaparecería así por así.

-¿Vas a seguirlos?- Interpeló sobre mi plan original.

-Primero Jaieden debe aparecer, luego... sí, está decidido.

-Te acompañaría pero...

Tenía miedo. Era normal.

-Lo sé, te contaré todo cuando lo haga.

-Seguiré investigando desde afuera, se que crees que ellos tienen algo que ver con Jaeiden o con su padre pero... Son muy jóvenes tendrían que tener una mente muy...

-Retorcida, sí. Y es justo lo que no sabemos, les han vendido durante mucho que son solo chicos caprichosos y misteriosos. Pero aquí hay algo más Evora, algo que no estamos viendo.

-Eso pienso yo solo que, no creo que hayan matado a nadie.

Luego de eso nos fuimos a la cafetería y ellos ya estaban ahí.

Tan tranquilos y sintiéndose poderosos.

El tenedor me tembló en la mano con la fuerza que le ejercí. Estaba molesta, muy molesta porque ellos estaban actuando como si nada mientras mi amigo estaba quién sabe donde; fue por eso que abandoné mi silla y por primera vez los enfrenté.

-¿Donde está?- Les reclamé no iba a irme por las ramas, Evora desde nuestra mesa se notaba tensa.

-Oh ¡Eli! ¿Quieres acompañarnos?- Dijo Harel animadamente cuando se sentó con su bandeja.

Lo ignoré- No vengo a comer con ustedes -miré a Edrik - se que tienes algo que ver dime: ¿Donde está?

No me importó que los demás estudiantes me miraran.

-Creo que estás confundida pequeña ¿De quién hablas?- Saltó Sabana.

-¡De Jaeiden!- Le espeté furiosa, Alegan dio un respingo por mi arrebato.

-¿Qué tal si vienes conmigo a afuera? No quieres montar un show- dijo Edrik.

-Oh por supuesto -contesté sarcástica.

Él se levantó y miró a sus amigos, sobre todo a Sabana.

-No hagas nada.- Le miró seriamente como hizo en la fiesta de Sara y salió por las puertas grises hasta el pasillo, les di una mirada rápida que Alegan me respondió y lo seguí.

-Veo que esto de mantenerte quieta no es lo tuyo Eleonor ¿Ahora de qué se me acusa? ¿Maté a tu perro?

-No te hagas el tonto conmigo, ambos sabemos de que hablo.

-Jaeiden cierto. Pues lamento decirte que no sé mucho, gracias a mi padre me enteré de que el chico desapareció y su madre está desesperada ¿no es algo que deberías de saber ya?

-¿Tú lo hiciste? -Le pregunté de repente cohibida, bajé la mirada.

Él por su lado tomó mi mentón con sus dedos largos y pálidos para que lo mirase, mi piel quemó y respondió con voz segura:

-No Eleonor. No tengo nada que ver.
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Las cuarenta y ocho horas habían pasado e incluso más. Una semana y él no aparecía.

<<Ni lo hará>>.

Muy en el fondo estaba segura de que Jaeiden no volvería y si lo hacía no sería nada lindo de ver.

Mis pesadillas se disiparon por dos días, al tercero la de los cinco chicos volvió.

Traté de ver quién era, quién había matado a Jaeiden pero nunca lo conseguí. Me despertaba antes de eso.

Delcia estaba frenética, mamá no hallaba forma de calmar a nuestra vecina y por más que le dijéramos que regresaría no servía de nada.

-¡Mamá voy a salir a casa de Irena! Nos vemos a la noche.- Gritó Sara saliendo de su habitación.

-¿Crees que es buen momento para irte de fiesta?- cuestioné.

-No iré de fiesta querida hermana, solo pasaré el rato con mi nueva amiga, la gente de Century es muy tranquila.

Sí, tan tranquila que un chico desapareció.

-¿No te preocupa lo que le pasó a Jaeiden?

-¡Por supuesto! Pero quedarme encerrada no hará que vuelva. Lo siento mucho Eli, espero que regrese, sabes que sí.

-Ya, ya. Déjala ir -interrumpió Co.

-¿Ves? Nos vemos al rato.

-Ten cuidado.

-Si mamá osa.

Reí y la vi desaparecer por la puerta, notaba a Sara mucho más animada. Corina notó que me encontraba distraída y preparó un poco de té para ambas, nos sentamos en la mesa negra del jardín.

-Es lindo que la protejas, siempre lo has hecho.

-¿Es mi hermana, no?

Comprendí que tenía días sin sentarme a hablar con Co así que le pregunté cómo se sentía con la mudanza.

-No vamos mal. A diferencia de Sara estuve de acuerdo en cambiar de aire, se nota que lo necesitabas.

-¿Yo?

-Acá se te ve más libre. Eres más tú.

-Yo creo que desde que llegamos a Century me he empezado a volver loca, pero no me quiero marchar.

Seguimos hablando como antes y escuchamos frente a nosotras el clásico sonido de los autos policiales

-Oh por Dios volvieron- saltó Co limpiando su vestido de cocina.

Miramos a los autos que se detuvieron en la casa de Jaeiden. Un oficial se bajó con una carpeta en sus manos y tocó la puerta

Mi corazón se detuvo.

-No alcanzo a escuchar nada.

No hizo falta un súper oído para captar lo que le estaban diciendo a Delcia. Su cara de agonía y dolor nos lo dejó claro.

<<Lo habían encontrado.>>

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