Capítulo XXIII

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Al regresar simplemente entré en la carpa y no volví a salir.

Irena estaba callada y solo conversamos brevemente sobre el próximo festival que tendría Century.

Al cabo de unas horas escuchamos como las fuertes gotas de agua impactababan contra el techo de nuestra tienda. Salimos para que, efectivamente nos encontráramos a un cielo oscuro y gris.

Los pocos estudiantes que seguían recorriendo las laderas del bosque salieron corriendo y cada uno se internó en su carpa. No tardamos en recibir la presencia de las chicas con nosotras.

—Fantástico, teníamos que hacer un campamento en medio de un diluvio.— Irena no parecía muy contenta.

Yo me moví hasta el lugar donde aguardaba mi bolsa y saqué mi celular junto con la dos sombrillas negras que mamá había obligado a Corina a empacar.

Mi teléfono tenía un mensaje, el desconocido parecía no rendirse y me escribía casi a diario. Este mensaje en cambio me puso alerta y en vez de ignorarlo abrí el chat.

Número desconocido:

He visto como te miran, esa lascivia, no te preocupes hermosa mienne. Haré que no te vuelvan a mirar, estarás contenta.

Me tensé apenas leí eso, recordé mi sueño y al chico que acompañaba a Darek, él me había mirado de una forma...

<<Estaba por morir>>.

¡Eleonor!

Reaccioné cuándo escuché mi nombre en boca de Sara, parecía preocupada.

—No me llames así.—Le recordé.

—Lo siento, es que necesitamos las sombrillas y no reaccionabas ¿estás bien?

—Sí.

—Vamos Eli, no me mientas estás rara. Cathil también a notado a Evora diferente estos días ¿qué sucede?

—Te lo estás inventado todo, aquí no pasa nada.

<<Sino demasiado >>.

Bufó.

—Vaya, sabía que al venir a Century tendríamos un cambio pero no me esperaba de eso significara algo para las dos. Nunca me has ocultado nada.

—Ya lo sé ¿vale? Y de verdad. No pasa nada ¿desde cuándo te interesa nuestra relación?

—Bien. Seguiré fingiendo que te creo y sobre lo otro, siempre me ha interesado.

Dió media vuelta molesta.

No quise reparar en la espina que me atravesaba cada vez que Sara  recordaba eso. Pero ella no lo sabía, no entendía que yo hacía lo posible para mantenerla fuera de esto.

Tomé la sombrilla y con Evora salimos de la carpa, Irena volvió a quedarse dentro sin intención de salir. La lluvia ya no era tan fuerte pero el cielo seguía denso y gris, noté que muchos habían usado la misma idea que yo y todos nos reunimos fuera para admirar la lluvia.

Los Eros tenían una sombrilla para cada uno, Alegan tenía un saco gigante que lo hacía parecer una papa, me miró y luego con pena entró a su tienda.

El señor Medina y los demás profesores advirtieron que debíamos calmarnos, era una simple lluvia y no debíamos alarmarnos. Evora y yo estábamos entrando a la carpa de nuevo cuando la escuchamos.

Era Sara, estaba gritando.

Miré rápidamente a donde estaba pero ella no parecía estar en peligro, seguí su vista y encontré al detonante de su grito.

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