Capítulo 2

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DIECIUEVE HORAS DESPUÉS DE LA EXPLOSIÓN, PARTE II

(Seis días antes del reality)

Sin importar cuantas vueltas dio alrededor de su habitación, Sahara no consiguió conciliar el sueño. Pasó toda la noche de aquí para allá y de allá para acá.

Los desgastados cuadros con los dorados marcos manchados, las cortinas de dopiovelo tan largas que besaban el suelo, su cama... todo aquello ya no lo vería más.

Los primeros rayos de luz que penetraron la ventana aquella madrugada fueron los que la hicieron caer en cuenta.

Estas eran sus últimas horas en su habitación, en su casa.

Sahara iba a morir, y lo peor de todo era que ya había hecho las paces con la idea de eso, porque, si por alguna retorcida razón ganaba el reality, ella ya no volería a esta casa, ni ella ni su familia teniendo a disposición una enorme mansión.

Y es que aquellas extrañas sensaciones que le revolvían las tripas y el frío de la madrugada le daban un extraño confort. Sahara, de alguna manera, ya había aceptado todo el asunto, su mente en lo que corrió de la noche modificó el no ir al trabajo ese día, puesto que pronto llegarían los de Mansión Bender a recogerla y llevarla quién sabe dónde.

No, lo extraño era la situación en general, y que, bueno, por ridículo que pareciera aquello le estaba pasando a ella.

Realmente le estaba pasando a ella, y no había forma de evitarlo.

«¿Cómo fue que acabé así?», se preguntó una y otra vez, cuando hacía cuatro horas ella era una chica que llegaría a casa y dormiría y al día siguiente trabajaría...

Ahora le esperaba una familia falsa a la que se esperaba que matase, o, en el mejor de los casos, la mataría a ella antes de que se diese cuenta.

Mientras más rápido acabase el sufrimiento, mejor.

La noche anterior, una hora y media después de que finalizara el programa de selección los de la Mansión llamaron a casa de Sahara.

Fue su madre quien atendió. Era la empresa de Mansión Bender y querían que la participante ganadora que interpretaría a la hija de la familia Bender confirmase su participación, o que en su defecto notificase algún problema si había uno.

―No, es correcto. Soy Sahara Poligrande, sí participaré en el reality. ―Fue lo que ella había dicho cuando tomó el teléfono.

Medio podía sentir la sonrisa de su padre. Medio podía sentir a su madre casi dando saltitos... estuvo a punto de descolgar el teléfono nuevamente y abatírselo en la sien, sólo para prácticar...

Correcto. Aquel pensamiento había sido horrible.

Asqueada, había subido a su habitación y se encerró a dar vueltas a lo que se dedicó las horas siguientes.

Los del reality le dijeron que por hoy podría estar relajada, tranquila, y al día siguiente, a primera hora, un transporte pasaría por ella para llevarla a la región occidente del país, donde se llevaría a cabo la competencia ese año.

Aún seguía pensando que era mentira y en cualquier momento llegarían.

Sahara tan sólo asentía y asentía, soltando de cuando en cuando temblorosos ajás. Durante toda la llamada sólo trató de que no la oyesen a punto de llorar.

Pero estaba hecho. Iba a ser la hija en la familia Bender.

A la hora del desayuno bajó para su última comida familiar.

Su padre y madre estaban ahí, junto con los niños que desayunaban para irse a la escuela. Los tres estaban uniformados y recien bañados, deprendían ese olor a limón del mismo jabón que Sahara llevaba tres años comprando.

Mansión BenderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora