The real Hanagaki Takemichi.

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―¡Y Baji me dijo que las hormigas se volverían gigantes si las metiamos en la piscina!, pero me mintió...―. Bufó Mikey, cruzándose de brazos. Takemichi rió.

―Seguro Baji-kun tampoco tenía idea de que las hormigas no iban a crecer si se arrojaban a la piscina―. Articuló Takemichi, con la vista fija en la carretera.

―Min siempre me miente... pero lo amo... es mi mejor amigo―.Empezó a balbucear el rubio, soltando pequeñas risitas. ―Pero Honey... no te pongas celoso. Yo también te amo a ti.

Takemichi no dijo nada, pues su vergüenza no le dejaba ―Es ahora cuando me dices que tú también me amas, Honey―. Le recordó Mikey, sonriendo ampliamente, pero sin mostrar sus dientes. Ante la mirada de cachorro y sus preciosas mejillas levemente rojizas, Takemichi simplemente no pudo negarse.

―También te amo, Mikey―. Murmuró, sonriendo, ruborizado.

Mikey se calló en ese momento y los que siguieron después y Takemichi lo agradecía, pues no quería tener que morir de la vergüenza por otras cosas que se le pudiesen salir a Mikey en ese estado de ebriedad, donde parecía no tener filtro alguno a la hora de hablar.

Un par de minutos después, ambos estaban frente a la casa de Takemichi, quien hace tan solo un par de meses vivía solo con su hermano mayor, Kokonoi, quien le había recibido con los brazos abiertos cuando volvió del intercambio estudiantil en Estados Unidos.

Sus padres le habían pedido que volviese con ellos al norte de Japon, pero Takemichi prefirió vivir con su hermano en Shibuya y, después de conocer a personas tan fantásticas como las que ahora eran sus nuevos amigos, no se arrepentía de su decisión.

Salió del auto, pensando que tendría que abrirle la puerta a Mikey y llevarlo él mismo hasta el interior de la casa, pero se sorprendió en cuanto el mayor abrió la puerta y salió por su cuenta, caminando entre tropezones hasta la entrada.

Takemichi le siguió rápidamente, posicionándose a su lado.

―¡Ken-chin!―. Gritó Mikey, deteniéndose unos metros antes de llegar a la puerta.

―Mikey-kun, Draken-kun no se encuentra aquí, esta es mi casa―. Le hizo saber Takemichi, parándose frente al rubio, quien le miró con el ceño fruncido.

―¿Por qué me trajiste a tu casa?―. Preguntó Mikey, enarcando una ceja.

―No tenías donde dormir. Yo me ofrecí para darte hospitalidad porque sé que mi hermano no pasará aquí la noche, además, a él no le molestará―. Explicó Takemichi, esperando a que Mikey le entendiese. Éste sonrió.

―Si querías que durmiera contigo no tenías que inventar una excusa...―. Mikey hipó. ―Yo hubiese venido si era contigo... sin importar nada.

Takemichi sintió calientes sus orejas.

―No, Mikey-kun... yo... y-yo...

Mikey abrazó a Takemichi, acercando demasiado su rostro al del menor.

―Silencio, Honey. Despertarás a Ken-chin―. Susurró el mayor, mirando fijamente a los labios de Takemichi, quien empezó a entrar en pánico de inmediato. ¿Y si Mikey lo besaba?, ¿Qué se supone que debería hacer si Mikey lo besa?, ¿Apartarlo?, ¿Y si se sentía rechazado?

Pero no tuvo que pensar mucho más, pues Mikey lo besó en la nariz y se apartó, tambaleándose hasta la puerta, donde empezó a golpear aparatosamente, sin cuidado alguno. Takemichi tuvo que respirar más de tres veces, contando hasta diez.
Takemichi caminó hacia él y lo apartó levemente de la puerta, dándole tiempo para mirarlo con una sonrisa boba y abrazarlo por la espalda, trepándose en su cuerpo como un pequeño koala.

𝖿𝖺𝗅𝗈𝖿𝗂𝗅𝗂𝖺 ; 𝘁𝗮𝗸𝗲𝗺𝗮𝗶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora