IV

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"La casa de los Blake"



OCTUBRE 1978; DENVER COLORADO.

Anya;

-¡La cena esta lista!-

Despegue el oído del teléfono al escuchar como mamá gritaba desde abajo.

-Robin tengo que irme, luego hablamos- susurré tan bajo como si alguien estuviera a mi lado y escuchará todo lo que decía.

-Pero s...- y sin que terminará de hablar colgué el teléfono a la pared.

Al salir de mi habitación comencé a bajar las escaleras, una tras otra, hasta llegar a la isla de la cocina. Mamá se encontraba de espaldas, viendo hacía la estufa, de fondo sonaba una canción de los beatles que se reproducía del pequeño radio y ella estaba...bailando.

Aquí hay algo raro.

Ella movía sus caderas al ritmo de la música, giro sobre su lugar y cuándo me vio dio un pequeño salto del susto.

Definitivamente aquí hay algo raro.

-¡Pasta!- dijo alzando los platos que mostraban la comida sobre ellos -se que no ha sido fácil la mudanza - habló una vez más colocando los platos sobre la mesa -así que creí que esto ayudaría- señaló con una sonrisa mi comida favorita.

Me senté en la silla mientras no dejaba de verla, no era lo suyo hacer este tipo de...detalles. Algo sucedía, es por eso que actuaba así, la conocía muy bien, y ella me conocía también a mi, es por eso que notó que la había descubierto.

-¿Con quién hablabas?- de igual manera ella también se sentó y preguntó intentando que yo olvidará su extraño comportamiento.

-Con un amigo- contesté tomando el tenedor para luego insertarlo en el spaghetti.

-Oh...un amigo- enfatizó la última palabra con un toqué de picardia.

La ignoré, sabía lo que intentaba hacer. Y sí, había estado hablando con un amigo, por que Robin se había convertido en uno; quién diría que nos conoceríamos en los sucios baños de la secundaria.

Por desgracia no compartiamos ninguna clase, pero cada receso nos encontrabamos en el campo de la escuela...se sentía bien no almorzar sola. Habían pasado tan solo días desde que comencé hablar con el, y a decir verdad teníamos mucho en común.

Como en películas. Los dos esperábamos con ansias la nueva película "La masacre de texas"; el se la pasó contándome todo el día lo que probablemente pasaría en la película.

Ese día no comí ni cené.

El punto era que los dos nos gustaba la lluvia, amábamos leer cómics, y nos encantaban las hamburguesas. Aunque también peleábamos en repetidas veces, como aquella noche que pasamos discutiendo sobre nuestras edades, pues resulta que yo era mayor que el pequeño Robin.

-¡Son solo cinco meses!- gritó desde el otro lado del teléfono.

-Bueno, yo a tu edad no reprochaba esas cosas- contesté con una pequeña carcajada.

𝗦𝗜𝗟𝗘𝗡𝗖𝗘;Robin Arellano [Theblackphone]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora