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un mensaje de donghyuck es lo primero que veo cuando llego al vestuario tras el entrenamiento de ese día. sonrío de inmediato, desde que intercambiamos números hace ya varias semanas no hemos parado de mensajearnos. suponiendo que será algún dato sobre mi proyecto de química, pues se ha empeñado en mantener al corriente de sus avances, me meto a la ducha con el resto de mis compañeros, bromeando sobre la práctica de hoy y comentando aspectos a mejorar de cara al partido del fin de semana.

una vez aseado y con una toalla alrededor de mis caderas me acomodo en el banco frente a mi taquilla y, ahora sí, compruebo el mensaje del ojimiel.

"¿puedes venir a mi casa al salir? ha habido varios casos de varicela en la escuela

de baile y han cancelado todas las clases hasta nuevo aviso, por lo que tengo a

mis hermanas en casa. las gemelas no dejan de preguntar por "nono". no debiste

haberlas dejado que te peinaran, ahora no paran de hablar de ti. mocosas insoportables"

sonrío ampliamente al leer el texto. lo cierto es que hace unos días phoebe y daisy me pidieron permiso para peinar mi cabello y yo, como buen caballero que soy, no iba a negarles nada a esas miradas de corderito degollado. pasamos todo el tiempo hasta que tuvieron que marcharse jugando a las peluquerías y he decir que me lo pasé en grande.

"tus hermanas son adorables, hyuck. no temas, ahí estaré".

"te las regalo. no, te pago para que te las lleves."

suelto una carcajada por lo bajo ante su respuesta casi inmediata. donghyuck es un dramático, y más si se trata de sus hermanas, pues siempre se queja que le hacen la vida imposible.

"vamos, ¿qué harías sin ellas en tu vida?"

"follar en paz contigo."

niego con la cabeza sin dejar de mostrar mis hoyuelos y tecleo rápidamente una respuesta.

"¿y cómo vas a follar conmigo si me las das a mí?"

―míralo, parece una quinceañera enamorada ―la burla de mark viene acompañada de su toalla, pues me la ha lanzado al rostro para llamar mi atención.

―¿con quién hablas tanto que te tiene sonriendo como un idiota? ―inquiere sungchan. ―es kim, ¿verdad?

pongo los ojos en blanco y comienzo a vestirme, dejando el móvil a la vista por si me llega otro mensaje suyo. ignoro los comentarios de los chicos, quienes comentan algo de que me estoy encaprichando o algo así. otro hace alusión a que cualquiera se encapricharía de las nalgas de donghyuck, pero cuando estoy apunto de reprocharle el comentario completamente fuera de lugar, un mensaje suyo me llega.

"tienes razón. lo mejor sería abandonarlas en algún supermercado..."

sonrío como un bobo de nuevo ante su genial idea, terminando de pasarme la camiseta por la cabeza antes de responder. con la vista clavada en la pantalla de mi teléfono salgo al estacionamiento en busca de mi coche.

"eres idiota. ya salgo para allá".

no me molesto en esperar una respuesta, sé que no la habrá. afortunadamente la casa de los kim no queda demasiado lejos, por lo que en menos de quince minutos me encuentro estacionando enfrente de su jardín. le pongo seguro al vehículo y compruebo en el espejo retrovisor que mi cabello no parezca un nido de pájaros.

se oyen varios correteos frenéticos y gritos agudos antes de que alguien abra la puerta tras haber tocado el timbre. una de las gemelas me recibe con el ceño fruncido, aunque enseguida cambia su mueca por una de felicidad al reconocerme.

―¡ nono ! ―exclama alzando los brazos para que la cargue.

―hola, princesa ―saludo, cargándola con un brazo y besando sonoramente su mejilla. ―¿me has echado de menos?

―¡mucho! ―responde enérgicamente. ―boo no quiere jugar a peinarse.

―este boo... qué malo es ―niego exageradamente con la cabeza y pongo mi mueca más ofendida, recibiendo un asentimiento conforme por parte de la menor.

el aludido aparece en esos momentos en escena, con una expresión de pura desesperación y algo de sudor perlando su piel. su mirada se relaja nada más verme y comienza a andar en mi dirección.

―menos mal que ya estás aquí. ¿cómo ha ido el entrenamiento? ―inquiere.

―bien, estamos pre―... ―me callo cuando sus labios acarician los míos en un beso tierno y completamente inesperado.

ambos nos quedamos congelados ante lo que acaba de pasar, procesándolo. es la primera vez que nos mostramos "cariñosos" fuera de la cama y está claro que ninguno de los dos lo habíamos planeado. todo empeora cuando phoebe comienza a gritar que nos hemos dado un beso y que sí somos novios, revoloteando al resto de niñas que comienzan a chillar emocionadas.

donghyuck parece petrificado por completo en su lugar, como si no supiera qué hacer a continuación. no obstante, creo que yo lo tengo bastante claro. esbozo una suave sonrisa y rodeo su cintura con mi brazo libre, acercándole a mi cuerpo. el ojimiel luce sorprendido por mi atrevimiento, pero se deja mover con facilidad.

no lo pienso ni un instante más y vuelvo a besarle, en esa ocasión saboreándole por completo ―teniendo en cuenta que no debemos hacerlo demasiado obscenamente por el bien de la salud mental de sus hermanas. ―sus manos se instalan en mi torso y, apretando en puños mi camiseta, se estira más para profundizar el gesto.

al cabo de varios segundos se aleja y me sonríe de esa manera que hace que las esquinas de sus ojos se arruguen y mi corazón empiece a latir desbocado.

definitivamente, este va a ser el mejor último año de instituto de la historia. 

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