2. Una aventura

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Ambos se quedaron mirándose el uno al otro sin decir absolutamente nada. Penélope pensaba que ya había superado su enamoramiento infantil, pero al verlo ahí en frente de ella supo que la realidad era totalmente diferente. Estaba perdiendo el alma con el dolor del corazón roto que había llevado por años y ahí estaba él. Colin también tenía algo en el pecho que no lo dejaba en paz. Su corazón latía con fuerza y se lo atribuía al miedo que sabía que iba a sentir cuando la volviera a ver para poder disculparse.

Lo estaba planeando para dentro de un mes, así que ese era el último lugar del mundo donde creía que podía encontrarse a Penélope. Y para ella, se habría imaginado que los viajes de Colin lo habían llevado al nuevo mundo, por lo que ambos solo estaban mirándose muy fijamente como si estuvieran en una especie de sueño. Y Penélope fue la primera en despertar y salir rápido del agua para sentarse en una de las rocas que estaban a la orilla. —Es raro que estés aquí. ¿No deberías estar en Londres? Apenas va a iniciar la temporada. Y eres una dama, deberías estar allá. —dijo él buscando una excusa de porque ella estaba ahí. No era una sorpresa desagradable después de todo, sin embargo, ella no pertenecía a aquel mundo.

Penélope se cubrió con su capa como pudo y comenzó a reír un poco tratando de salir del trance. Al verlo tan preocupado solo negó y alzó los hombros. Sí que era extraño, después de mucho tiempo él le había dicho algo, y se sintió bien al notar que podía soportarlo. Colin tragó saliva y decidió sentarse en la roca de al lado para ponerse sus botas otra vez antes de quemarse los pies con la arena. Estaban en silencio, y ella lo rompió antes de que se volviera incómodo. —Decidí ya no asistir a más bailes, ni eventos. Son tediosos, muy pesados y seamos honestos, ya no había futuro ahí para mí. Pero es bueno verte, te ves bien, muy bronceado. Tu madre no te reconocería si te viera, de hecho, a mi me costó reconocerte. Han pasado años... —Excepto por su voz, tan fielmente grabada en sus recuerdos más profundos, y sus ojos, tan verdes como esmeraldas. Era prudente volver a su habitación y alejarse, sentía su corazón peligrando incluso después de los años. —será mejor que vuelva a la posada dónde estoy quedándome, cambiarme de ropa, comer algo. —Se ató su capa y envuelta ya con menos frío que antes procedió a ponerse sus medias y sus zapatos. Colin vio como luego de despedirse ella iba caminando a toda prisa como si buscara alejarse de él.

Un recuerdo lo azotó nuevamente como un rayo mientras la figura pequeña pero sensual de Pen se iba alejando cada vez más de él.

"Jamás soñaría con cortejar a Penélope Featherington... Ni es sus más locas fantasías."

Ya estaba pensando sobre ello antes de verla justo en la isla, y solo le quedaba pensar en que decir con exactitud cuando volviera para poderse disculpar. Sabía que no había nada que pudiera decir, pero valía la pena el intento si eso hacía que recuperara su amistad.

Había obrado mal, y aunque creyó que ella no se enteraría nunca de lo que él dijo aquella noche, el destello de una seda amarilla apareció en su campo de visión. Solo había una persona que usaba ese amarillo y era Pen, se arrepintió de inmediato de haberlo dicho a sabiendas que él era quien había sepultado todas las posibilidades de su mejor amiga de conseguir un pretendiente.

Cómo miembro de una familia rica, con conexiones, popular y cuya opinión importaba demasiado, decir lo que dijo de Penélope era como declarar que ella no era suficiente para atraer a ningún hombre...

Y por eso se había ido, y por eso no quería volver.

Ya le había hecho daño una vez, y ahora con la curiosidad presente, sabiendo que podría pasarle algo malo si era una mujer sola en una isla que no conocía, comenzó a correr en dirección a ella. —¡Espera! ¡Pen! ¡Penélope!

—¡Colin! —Ella lo vio correr hasta ella, con el corazón desbocado, sudando y con la respiración completamente alocada. —¿Todo está bien?

—Te acompañaré. Es más, ¿Por qué no te quedas conmigo? No conmigo, quiero decir, en la misma residencia donde me quedo yo. Hay habitaciones disponibles. Bueno, en sí es una pésima idea porque son habitaciones de viajeros y la mayoría son hombres, pero supongo que será igual en el lugar donde estás. —Pen estaba segura que nunca antes había visto a Colin con tanto nerviosismo, mirando al cielo, con las manos en los bolsillos y una expresión que seguro simulaba que recién había cometido una travesura. Negó cuando vio que volvía a mirarla y sonrió.

Penélope solo alzó los hombros y comenzó a reírse. —Colin. ¿Qué estás diciendo? Es una locura, y estoy bien en el sitio donde estoy. Es un lugar cómodo, la habitación es confortable, segura, y no soy la única mujer que ha decidido emprender un viaje. Muchas son científicas, conocí a algunas. Otras ilustradoras, algunas contaron historias fascinantes sobre El Cairo, en Egipto, las pirámides, las momias y artefactos antiguos durante la cena de anoche. Estoy bien, Colin. No tienes que preocuparte por mí.

—Pero me preocupo por ti. Es así y no cambiará, quédate.

—No creo que sea la mejor de las ideas el que yo me quede contigo. Puede que no esté en Londres y ya esté destinada a vestir santos, pero sigo siendo una dama y sería muy mal visto. No voy a ir contigo.

Casi se arrepintió de haberle dicho aquello porque pudo notar algo de decepción en su mirada. ¿Acaso Colin Bridgerton quería tenerle cerca? Increíble.

"Jamás soñaría con cortejar a Penélope Featherington... Ni es sus más locas fantasías."

Ese recuerdo iba a taladrar su memoria para siempre. No podía cambiar el pasado, ni el hecho en que alguna vez se sintió confundida respecto a Colin. Puede que así fuera en sus más locas fantasías. En sus sueños, él se daba cuenta que la amaba, la cortejaba, se casaban y ella se convertía en la señora Bridgerton, pero aprendió aquella noche que no podía vivir de fantasías, los sueños eran hermosos, pero no eran la realidad.

Tal vez él solo extrañaba a una amiga. Siempre la había visto así. —De acuerdo, pero podríamos pasear antes de que te vayas. ¿Conoces "Love Bridge"?

—¿Cómo en una isla perteneciente a Grecia tiene un lugar con nombre inglés?

—Es una buena pregunta. ¿Has oído hablar de ese lugar? —Penélope negó y como en tantos bailes en dónde él había tomado su mano para guiarla a la pista, ahora tomaba su mano. No había guantes de seda de por medio, ni luces de velas, tampoco instrumentos tocando algún vals. Penélope miró los ojos verdes de Colin y cómo él le sonreía de una forma muy pícara e infantil. —Entonces, te propongo un trato. Mientras te muestro la isla como la conozco yo, tú me cuentas cómo una damita de buena cuna como tú terminó en este viaje. Siempre es bueno y muy reconfortante compartir experiencias de viaje.

Era la proposición de una aventura y Penélope solo pudo decir "Sí".

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