"El Sol se oculta en el horizonte y la Luna baña con su blanca luz al oscuro mundo que con su máscara de bien, disfraza su maldad".
En el castillo del Alfa Kim los pasillos permanecen en silencio como cada noche, hasta que las pisadas son escuchada...
"Regresa a mí, quiero cambiar. Quiero buscar la salida a nuestros problemas y volver a las tardes de juegos, las corridas en el prado, las horas de cantos y gritos, de colores y bromas, de abrazos e insultos. Quiero que vayamos a ese lugar que solo tú y yo conocemos, aquel que llamamos hogar, el lugar que sabemos, podría ser el final de todo y el regreso a nuestra vieja vida"
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Huevos revueltos, tocino, pan con mermelada, sandia recién cortada, entre otro montón de comida que Sunoo desconocía, estaba puesto encima del delantal blanco que decoraba la mesa rustica del apartamento. Se sentó en la silla frente al hombre que con solo su presencia mandaba alertas a su mente, no es que sea paranoico, por lo menos no se consideraba ni un poco de dramático como lo era YeonJun, quien armaba bulla por la mínima cosa, incluso porque su ropa se rompiera o la comida se le cayera al piso. Su hermano siempre fue un caso especial.
— Creo que ya te habrás dado cuenta de la situación —Es lo primero que se escucha en todo el comedor.
— No sé de qué debería darme cuenta. — Se encoje de hombros y mira en dirección a los ojos del hombre, el cual lleva un poco de comida a su boca y suelta sonidos de gusto al saborearla en el paladar. — Además del evidente secuestro contra mi persona.
El hombre sonríe de forma leve y suelta los cubiertos.
— Estas en celo. —Afirma en todo serio, callando cualquier palabra que saliera de la boca del pequeño Kim. —Bueno, estabas. Te encontré hace unos días tirado en un callejón. —Se lleva un trozo de bacon a la boca y lo muerde ante la mirada impactante de Sunoo, quien espera que su hermano salga en cualquier momento diciendo que le están gastando una broma.
Y quiere creerlo, de verdad quiere hacerlo, pero a su mente han llegado imágenes borrosas del dolor ardiente en el cuerpo, los hombres que parecían querer hacerle daño y su corrida por lugares desconocidos.
Aun así, le es imposible darlo como una realidad.
— Pero yo solo tengo catorce. Es imposible. —El contrario abre la boca con la intensión de explicarle al menor, hasta que es interrumpido por una voz a sus espaldas.
— No es imposible, de hecho, es muy normal que los celos se adelanten en los adolescentes como tú —Por la puerta entra aquel chico con el que forcejeo en el momento de su escape. No se había dado cuenta, pero es muy alto, su pelo albino lo hace ver más blanco de lo que es y Sunoo quiere preguntarle si de verdad nació con ese tono. Él ya sabe que en este lugar las personas pueden cambiar su cabello y sus uñas con facilidad, su YoonGi Hyung se lo explicó cuando este le hizo la misma pregunta con su pelo menta. Se emocionó un poco ante la explicación, tal vez y solo tal vez, antes de regresar a casa podría pintárselo de arcoíris.
— ¿Adolescentes como yo? —Enarca la ceja confundido por el término.
— Sí, tú sabes. Hormonales, descuidados, depresivos, son síntomas normales de las acciones de los jóvenes de ahora. —Expresa con seriedad. Sunoo debe aceptar que no entendió la mita de las cosas que mencionó, pero al comprender el término de descuidado, supo que, lo más seguro, es que el resto hayan sido insultos o burlas contra él.
