La chica del kimono azul. [TanjiKana].

CAPÍTULO 6: Pequeña complicación.

Uzui esa misma tarde fue a hablar con la Mamá de la 𝘰𝘬𝘪𝘺𝘢 Hawa, a la cual pertenecía Kanao.

La mujer recibió con mucho gusto el dinero que Tengen le pagó y aceptó el trato que había acordado antes con Tanjiro. De manera que todos los martes desde las siete en punto hasta las doce podrían pasar la noche juntos.

Kanao por otro lado, se alegró mucho cuando le avisaron que estaría con Kamado-kun unas cuántas horas a la semana.

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Por otro lado, Uzui se puso a pensar en algo que hasta el momento no habían previsto: Ellos vivían en Toshiwara, y Kanao se encontraba en Tokyo. ¿Cómo harían para seguir viéndose como ya se había acordado?

Tengen extrajo un papel vacío de la mochila que hizo para el viaje y le pidió a Makio que fuera a buscar a Tanjiro para explicarle esa complicación.

El peliblanco trazó en ese pedazo de papel la ruta de Toshiwara a Tokyo, haciendo cálculos para sacar como resultado el número de horas que eran de viaje, y se estaba estresando puesto que no encontraba una solución del todo factible.

— Uzui-san, ¿me buscaba?

— Pasa por favor. Necesito hablarte de algo importante.

— ¿De qué se trata? — Preguntó el pelirrojo tomando asiento frente al de los orbes magenta.

— Tenemos un problema y necesitamos solucionarlo con urgencia.

— Explíqueme por favor. Me está asustando.

— Pasa que la 𝘰𝘬𝘪𝘺𝘢 en la que vive tu chica está aquí — Señaló un punto en el mapa improvisado —, y nosotros vivimos por aquí, haciendo unas cuantas operaciones, el trayecto de aquí a allá son alrededor de seis horas. Lo que nos deja con una opción solamente.

— ¿Cuál es esa opción?

— Tengo un amigo muy cercano en esta ciudad. Ese amigo mío vive con su padre y su hermano menor. Podría pedirle que te acogiera en su casa hasta que Kanao se convierta en geisha.

— Es... Estoy realmente muy agradecido por toda la ayuda que me ha brindado desde hace una semana.

— No me lo agradezcas, eres un muchacho extravagante que me agrada.

— Usted también me agrada. Y dígame, ¿quién es ese amigo suyo?

— Rengoku Kyojuro.
Creo que no le molestaría tenerte en su casa. Seguro le caerías bien.

— Y, en todo caso que me quedara aquí, ¿podría trabajar para cubrir mis gastos?

— Tal vez. Me parece buena idea, solo no lleves tu cuerpo al límite.

— De acuerdo. ¿En dónde queda la casa de Rengoku-san?

— Por eso no te preocupes, yo te llevaré allá.

— Pero, ¿y Nezuko? ¿Quién cuidará de ella?

— ... Lo olvidé.

— ¿Es posible el que se quede conmigo? Yo podría pagar sus gastos y los míos.

— ¿Estás completamente seguro de que podrías tú solo con ese peso sobre tus hombros? Porque pagar tres comidas al día todos los días no es nada fácil.

— Me esforzaré —. Respondió el más joven con una sonrisa de determinación.

— Confío en ti, pero de todos modos te ofrezco mi ayuda. Yo pagaré la mitad de los gastos de Nezuko, tú pagarás la otra mitad junto con los tuyos propios. ¿Te parece?

— Uzui-san. De verdad no sé cómo regresarle cada favor. Gracias —. Como muestra del enorme agradecimiento y admiración que sentía por él, hizo una reverencia casi llegando hasta el piso.

El peliblanco suspiró abrumado.

— No es nada.