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Metí la mano en la caja y saqué la hoja qué estaba en la cima, creía haberme deshecho de esto, pero al parecer no fué así, pues aquí estaban y parecía estár todo.

Un poco temerosa pero también emocionada, desdoble la hoja y comencé a leer:

"Hey, hola tú! ¿Que hay de nuevo hoy?

Pensé en dejar de hacer esto hace mucho..."

Doble la hoja rápidamente y lágrimas resbalaron por mis ojos hasta mis mejillas, sitio dónde las sequé, tomé aire y volví a abrir la carta.

"pero en verdad necesito esto, y tú necesitas que yo siga dándote ánimos ¿cierto? Ninguna quiere qué yo me vaya y desaparezca en el olvido de algún abismo... Pero tal y cómo están las cosas, ambas sabemos qué así será, qué yo me iré y seguramente no pueda volver... ¡No me sueltes! Me necesitas para seguir, y yo te necesito para vivir ¡Vuelve a tomar mi mano, por favor!"

Cerré los ojos, inhale y exhale tantas veces cómo me fueron necesarias para volver a regularizar mi respiración, había olvidado por completo la existencia de estás malditas cartas.

Molesta, creyendo qué fué una broma de mal gusto totalmente innecesaria por parte de mamá, tomé la caja entera dispuesta a quemarla con todo dentro pero... Cuando estuve a punto de soltar el cerillo, me arrepentí, quería leerlas de nuevo, todas ellas... Al menos una vez más antes de quemarlas, apagué el fuego qué comenzaba a calentar las yemas de mis dedos y tomé la caja nuevamente, llevándola a mi habitación.

- Tú ausencia se hizo una costumbre, y ya ni siquiera me acordaba de qué no estabas... ¿A caso volviste? ¿A caso... puedes hacerlo?

Por inercia, miré al espejo qué se encontraba a mi costado, cómo si ahí pudiese encontrar la respuesta, pero obviamente no fué así y, ahí, en aquel reflejo solo estaba yo en la enorme habitación... Sólo yo.

De: Mi  Para: Me¡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora