II

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Había sido un primer día de trabajo maravilloso, pero extremadamente cansado. Por fin un sitio dónde me sentía bien y mis compañeros eran increíbles, ¡Y no se diga del jefe!

Todo iba viento en popa, fuí a mi habitación para preparar ropa y meterme a una ducha de relajación.

Al salir de ese dulce, increíble y muy relajante baño me senté al sofá con mi celular en mano, estaba preguntándole a Eduardo si vendría está tarde para seguir con la campaña de GoW.

Eddie: ¡Claro! En cuanto
llegué del trabajo
paso por tu casa.

Yo: ¡Fantástico! Aquí estaré esperándote, novato!

Eddie: ¡JAJAJA! ¡NOVATA TÚ!
PD: Ya no tardo.

Ed y yo nos habíamos hecho grandes y muy buenos amigos, apenas habían pasado 5 días desde qué llegué, pero fue una conexión instantánea la qué tuvimos, estoy segura qué ambos sentimos lo mismo, al menos eso quería pensar pues el tenía novia y yo era enormemente felíz de tenerle sólo cómo mi amigo.

En lo que llegaba fuí a mi habitación para buscar un pantalón, al terminar de ponermelo mi teléfono se cayó hasta el suelo, me agaché a levantarlo y fué ahí cuándo vi aquella caja.

— Ups... Te había olvidado, lo siento! Con tanto en estos días...

Saqué la caja, podía leer algo pequeño en lo qué él llegaba. Encontré una tarjetita qué parecía de cumpleaños o dedicatoria y la voltee para empezar a leer.

"Hizo un maravilloso día hoy, ¿pero sabes que deslumbró más qué el sol y la odiosa Mariana? ¡EXACTO! ¡TÚ!
Ojalá me hicieras caso de una vez, así podrías verte al espejo con los mismos ojos qué yo lo hago. ¡Te Adoro!"

Una sonrisa nostálgica apareció en mi rostro, la releí una vez más hasta qué el "toc-toc" en mi puerta me sacó de aquél papel y ese recuerdo lindo pero no muy agradable, patee la caja de nuevo debajo de mi cama y la "carta" la dejé sobre mi mesita de noche.

— Ya voooy!

Al abrir ahí estaba Ed, con una bolsa qué decía "comida china" y su enorme sonrisa.

— ¡Llegueeeé! Hoy yo te invito la comida, ¿cómo te fué?

— De acuerdo, te dejaré hacerlo... Ya la compraste, y bien ¡Me fué de maravilla!

— ¿Lo ves? Te dije qué tenías inseguridades tontas, obvio qué te iba a ir bien.

— Todo un encanto Ed, muchas gracias.

Él sé limito a negar mientras reía, serví la comida para poder dejarla sobre la mesita de centro en la sala y así poder jugar mientras comíamos y platicábamos de nuestro día y los días qué no pudimos vernos, excelente tarde como las otras 2 veces qué había pasado tiempo con él.

De: Mi  Para: Me¡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora