11•°★| ¡especial!

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°•Noviecitos•°¡especial!

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°•Noviecitos•°
¡especial!

Seokjin caminaba con un Hobi recién bañado y envuelto en una toalla amarilla de patitos, en sus brazos.
Pues iban a ir a la casa de Namjoon y Yoongi.

Se encaminaron hacia la habitación del rubio y al llegar a ésta, sentó al menor sobre su cama de una plaza, con colchas de Spiderman y con algunos peluches dispersos a los pies de su lecho.

—P-papi, fri-frio– tiritaba Hoseok, viendo cómo Seokjin hurgaba entre su armario.

—Oh, lo siento,bebé– rápidamente se acercó, comenzando a secar su cuerpecito.— Recuestate, amor– el pequeño hizo lo ordenado, dejando caer su espalda contra el esponjoso colchón que su camita tenía.

Jin le quitó la toalla, dejándolo completamente desnudo.
Colocó su boxer de tiburoncitos, unos joggers negros, un hoddie holgado, calentito y suave, de color verde oscuro, con un diminuto bordado de sol en el medio de su pecho.

—Ay, que rico olor que tienen estos piecitos– el peli-morado olió el pie descalzo de Hobi, sacándole una gran risotada.

Colocó unas mediecitas blancas y unas zapatillas negras.

—Papi, quiero comprarle algo a Gigi– comentaba el rubio, viendo cómo su mayor estaba enchufando la secadora de pelo.

—Bueno, mí vida. Luego pasamos por la juguetería y le compras algo.– decía con simpleza, encendiendo el secador.

Pasaron unos quince minutos, en los cuáles ambos estuvieron callados, por el sonido de la secadora.

—Listo– el pálido le colocó un gorrito negro sobre su cabecita.
Últimamente los días eran muy fríos y lluviosos y no quería que Hoseokie se enfermara.

Los dos caminaron de la mano hasta la cocina.

—¡No, no! ¡No me gusta, papi!– se quejaba el pequeño.
¡Su papi le estaba poniendo una gruesa chaqueta que lo hacía lucir tal como una cebollita!

—Sin berrinches, hace mucho frío. Mira, papi tambien se va a poner una chaqueta igual.– hizo lo mencionado y el berrinchito terminó.

Si su papi lo hacía, ya no le molestaba.

Jin tomó una mochilita negra, con algunos llaveros de animalitos y salieron del apartamento, tomados de la mano.

Al llegar al subsuelo, donde se encontraba el garaje,  Jinnie cargó al rubiecito, quien se mantenía entretenido con el cierre de la chaqueta que vestía.

—Muy bien– murmuró luego de abrochar al pequeño en la sillita del auto, con bonitos diseños de estrellitas.

Le extendió su tablet, la cuál estaba protegida con una carcasa celeste, y un vasito entrenador.

        ゚ ˖  ხɑd ხoɥs ! ˓   𓂂 ﹙little space﹚ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora