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•°Un berrinchito mañanero°•

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•°Un berrinchito mañanero°•

Para Jungkook y Taehyung estaba siendo difícil lidiar con un pequeño berrinchudo.

Jimin había despertado lloriqueando con toda la fuerza que sus pulmones pudieron.

Claro que eso había alarmado a los cuidadores, quienes entraron corriendo a la habitación, encontrándose con un pequeño Jimin recostado en el centro de la cama, sus manitos en su cara y sus piecitos pataleando levemente.

—¡Papi!– había chillado completamente agudo en cuanto lo vio.—¡Dada!– dijo en el mismo tono, reincorporandose sobre la cama, quedando sentado con las piernitas extendidas.

Jungkook se acercó para tomarlo en brazos, mientras que Taehyung reviso el armario, regresando con una muda de ropa en sus manos.

Jimin no había dejado de llorar, se había dedicado en sollozar en el hombro de su Dada.

Ni el sabía porque tanto llanto pero, tan solo necesitaba desahogarse luego de tanto estrés.

—Minnie, tranquilo– murmuró Jeon, frotando la espaldita del pequeño, quien lloraba tanto que había babeado su hombro, por encima de su camiseta blanca.

El castaño se permitió dejar de sollozar, para así soltar un suspiro, mezclado con una queja. Las suaves palmaditas que su Dada daba sobre su pull-up, le hacía calmar.

—¿Cuántos años tienes, corazón?– interrogó Taehyung, quitándole a Jimin de Jeon, para así recostado sobre la cama.

El más bajito comenzó a llorar nuevamente, sintiéndose frustrado de que sus papis no sepan su edad.

—¡'osh!– grito con enfado.

Observó vagamente a su Dada Kookie caminar por la habitación, tomando algún objeto de la mesa de noche.

Sus sollozos frenaron, por la curiosidad de saber que era lo que Jeon tenía en sus manos.

El azabache se había sentado al lado suyo. Había apoyando una gomita en sus labios, causando que abra su boquita y succione el bonito chupete gris.

Taehyung comenzó a quitar sus pantalones, seguido de su pull-up, higienizando y colocando, esta vez, debido su baja edad mental, un pañal de Mickey Mouse.

Jimin quería quejarse, pero no podía. Por lo menos no con ese dedo acariciando su naricita de manera suave y delicada.

Pronto sintió que su camiseta era quitada, en remplazo por un mameluco de color marrón, de un bonito oso pardo, el cuál era abrochado en la zona de su pañal.

Sus piernitas dejaron de sentir frío, cuando una suave tela lo cubrió.

También sintió como sus piecitos descalzos, ahora eran cubiertos por unas medias muy suavecitas, de color blanco, junto con unos suaves masajes y un besito, que ganó una suave risita.

        ゚ ˖  ხɑd ხoɥs ! ˓   𓂂 ﹙little space﹚ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora