Cuarta Parte

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Mi última oportunidad es el señor que vende las entradas del museo. Cuando empiezo a hablar con él, se me abre el cielo: ¡habla un inglés perfecto! Le enseño la foto de la tumba y lo que he descubierto sobre Hinata.

El señor no tiene ni idea de qué le estoy hablando. Me dice que él trabaja allí pero que en realidad es ingeniero aeronáutico, lo que me parece fascinante. Charlamos un rato y no tarda en preguntarme de dónde soy.

“De Barcelona, pero vivo en Madrid”, respondo. Y él sonríe: “you’re Catalan”. Yo le digo que sí, claro, y él me recomienda que visite el Restaurante Bastión. Resulta que el edificio en el que está fue conocido durante mucho tiempo como “la casa del catalán”.

La coincidencia me hace gracia y además ya es hora de comer, así que me dirijo hacia el Bastión de los Carniceros. No tardo en encontrar el restaurante justo al lado (de ahí su nombre.

Como viene siendo habitual desde que puse los pies en Rumanía, pido demasiada comida. Pruebo una sopa de remolacha, un goulash transilvano que casi me hace perder el sentido (foto), postre, vino y café.

Os preguntaréis por qué os estoy contando todo esto y qué coño tiene que ver con Hinata y Sasuke. Ahora lo entenderéis.

Tras pedir la cuenta (todo por 6 euros, maricón), hablo con el camarero sobre el motivo que me ha llevado al restaurante. Me cuenta que efectivamente allí solía vivir una familia que, al parecer, tenía origen catalán.

No sabe decirme nada más. Cuando sus padres compraron la casa, ya en los años 90, el edificio estaba casi en ruinas, aunque conservaba algunos objetos de los antiguos propietarios.
Entre ellos, algunos muebles, enseres de cocina y cuadros y tapices que están repartidos por las dos plantas del edificio. Me pregunta si quiero verlos y me lleva al piso de arriba.

En la escalera y la sala superior hay algunos cuadros. La mayoría son óleos sin firmar. Estampas amateurs de Sighisoara pintadas por autores anónimos. Uno de ellos llama poderosamente mi atención.
Es una calle cualquiera de Sighisoara, con la torre del reloj al fondo, algo lúgubre, con un arbol medio muerto. Examino sus detalles y de repente, se me para el corazón.

Y de repente la tumba de Hinata y Sasuke vuelve a mi mente. Y visualizo el nombre de Sasuke, Uchiha Sasuke con un palito encima, algo que ya me pareció raro la primera vez que lo vi.

Y me pregunto si esa H originalmente era una  A, ¿Y si Uchiha era en realidad Uchiaa? ¿Y si Sasuke Uchiha era una germanización de un nombre Japones o algo así? ¿Era posible o se me estaba yendo la olla pero bien?

No tardo en salir de dudas. Bajo el cuadro está toda la información que necesito. El nombre del autor... y el título de su obra.

Hinata room. La habitación de Hinata. La casa que Sasuke Uchiha pintó era el hogar de Hinata Hyuga. Y en el centro del lienzo, su ventana. Una ventana que significó tantas cosas, que tuvo que inmortalizarla en un lienzo.

N

o puedo evitar emocionarme. Ese cuadro es la prueba de que Hinata y Sasuke se conocieron antes de la guerra. Sasuke lo pintó es de 1913, cuando Hinata ya se había ido a la universidad de Múnich.

Estaba claro que si quería más respuestas tenía que buscar esa casa. Y por mis huevos que iba a encontrarla.

Le pregunto al camarero si reconoce la calle. El chico examina el cuadro un buen rato y acaba diciendo algo muy útil: “podría ser cualquiera”. ¿En serio?

MÁS ALLÁ DE LA MUERTE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora