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Narra _______.

El camino al colegio iba tranquilo, iba en mi patineta, en mis auriculares sonaba "Feel Good Inc - Gorillaz", una de mis canciones favoritas.

Mi mañana comenzó como cualquier otra, desperté por el sonido de mi alarma, me levanté, me duche y lave los dientes, baje y efectivamente estaba sola como siempre, fui al refrigerador y había una nota, era de mi madre.

"_____, tendré que salir de viaje, deje dinero y una tarjeta de crédito para que compre algo para comer, no hagas tonterías por favor, te quiero"

Atte: Lilian.

Si...ya estoy acostumbrada a estar sola, no tenía hambre así que tome mi patineta, mi mochila, las llaves, y salí sin más, el colegio no estaba tan lejos así que solo bastaron unos minutos para llegar.

Me baje de mi patineta y entre al colegio, iba a prisa ya que ya era tarde corrí directo a mi salón pero en el camino choque con alguien.

—¡Mierda no te puedes fijar!–dijo mirándome molesto.

—¡No es mi culpa que no veas por dónde vas idiota!

Lo escaneé con la mirada, era un chico de tez blanca, cabello castaño algo largo, alto, al subir la mirada sus ojos conectaron con los míos, eran de un color verde con algunas tonalidades azules.

—Solo fíjate por dónde vas ¿Ok?–se agachó a recoger sus libros.

—Odioso–murmure y seguí con mi camino.

Las clases fueron como una eternidad, eran aburridas, algunos profesores eran muy odiosos por no decir todos.

Terminaron las clases y salí lo más rápido posible quería ir tirarme en mi cama y escuchar música hasta quedarme dormida, era lo único que me hacía olvidarme de todo, lo único que me hacía feliz en toda mi vida.

Terminaron las clases y salí lo más rápido posible quería ir tirarme en mi cama y escuchar música hasta quedarme dormida, era lo único que me hacía olvidarme de todo, lo único que me hacía feliz en toda mi vida

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Narra Aidan.

Abrí la puerta de mi casa, miré a mi alrededor y ahí estaba mi mamá en la cocina, solté un gran suspiro y camine hasta las escaleras para ir a mi habitación,  pero me detuve en seco cuando mi mamá me habló.

―Oh!, hijo ya llegaste, ¿Cómo te fue?―dejo el cuchillo aun lado de ella, gire para verla.

―Normal, en la escuela no pasa nada interesante–ije alzando mis hombros.

―Aidan hijo, sabes que puedes hablar conmigo de lo que sea–cruzo sus brazos.

―Todo esta bien ok, iré a mi habitación–fue lo último que dije para subir rápido las escaleras, entre a mi habitación cerrando la puerta detrás mío, aventé mi mochila y me acosté en mi cama.

Mire hacia el techo cual estaba pintando de diferentes colores, solte una pequeña sonrisa alrecordar ese día cuando pinte el techo.

No estaba solo, estaba mi hermano, el y yo nos divertimos pintado el techo, si solo lo pudiera ver por última vez, mi vida cambió desde que el se fue, con él se fue una gran parte de mi.

Me dispuse a tomar mi guitarra, me pare enfrente de mi ventana donde daba hacia la calle, empecé a tocar unas pequeñas notas, comencé a tocar esa canción que mi hermano y yo tocamos juntos en navidad.

Unas lágrimas brotaron de mis ojos, pero no deje de tocar, Whistle For The Choir es el nombre de la canción, sonreí al recordar ese momento en el que solo nos dejamos llevar.

No se cuanto tiempo estuve tocando, hasta que un momento deje la guitarra a un lado mire hacia la calle y la vi, vi aquella chica que choque en la mañana.

Puse la guitarra en su lugar, me acerque más a la ventana para ver a aquella chica, ella usaba ropa holgada cubría por completo su cuerpo, estuve ahí mirándola por unos cinco minutos o más, hasta que mi mamá tocó la puerta de mi cuarto, haciendo que saliera de ese trance en el que estaba.

―Hora de comer Aidan–me llamo y asinti.

Deje de mirar a la ventana y camine hasta la puerta de mi cuarto para luego bajar las escaleras, mi papá ya estaba en la casa, me sonrió y yo le regrese el gesto.

Sin decir nada me senté a comer, en toda la comida mis padres hablaron sobre su trabajo, mire hacia el reloj, todavía eran las cinco de la tarde, ya quería que fuera de noche para hundirme en mi.

Termine de comer, subí a mi habitación asegurando la puerta, me tumbe en la cama para ponerme mis audífonos y subirle el volumen a la musica.

Cerré mis ojos dejándome llevar por la música en mi teléfono, pasaron unos minutos y el pensamiento de mi hermano llegó como cada noche, pero había algo inusual ya que aquella chica de ojos cafés también estaba allí, poco a poco mis pensamientos se esfumaron de mi mente, y así quedar profundamente dormido.

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Última rosa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora