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—El físico no es lo único que importa —Draco señaló su reflejo en el espejo, mirándose con los ojos entrecerrados— y tú lo sabes mejor que nadie. Está bien, ¡está bien! ¡Es un hombre guapísimo! ¿Es de esos hombres por los que podrías ponerte de rodillas? Sí, lo es. ¿Si te dice "ven", vas? Pues…sí. Lo admito, sí. Vamos a reconocer que aquí no hay nada que voltear, no hay truco, ya yo sé para qué lado voy, pero ese hombre…ese hombre no. Te puede atraer, te puede atraer muchísimo, pero no te puede gustar. A ti no te va gustar en serio ese hombre, Draco Malfoy. ¡Ese hombre es hetero! ¡Y a ti no te gustan los hetero! ¡No te gustan! ¡A ningún gay le debería gustar jamás un hetero, eso tendría que estar prohibido, ir contra la naturaleza! ¡No te puede gustar!

Justo ese día, durante el almuerzo en la cafetería cercana al Ministerio, el grupo de Aurores con que Potter pasaba el tiempo caminó detrás de su mesa mientras comía. Ron hablaba sin parar y Harry se reía.

—¿Pero qué le dijiste?

—La verdad —Harry respondió con calma—: ya me gusta alguien.

—Ohhh —soltó otro de los Aurores—. Oye, ¿pero podrías haberle dicho que sí? ¿A otro hombre?

—¿Por qué no? —respondió Harry y se rio—. ¿Tú crees que soy hetero? Nadie ha creído que soy hetero desde Hogwarts, Ron, mira, se sorprendió…

—Compañero, qué perdido estás si no te has dado cuenta de que Harry es bi…

Draco sólo quería hundir su rostro en su comida y no levantarlo más.

Gay panic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora