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—Está bien, está bien, sí, es guapo y es bi y guapo y bi siempre son una gran combinación —aceptó Draco frente a su reflejo—, pero…—Se apuntó a sí mismo y lo repitió para mayor énfasis:—. Pero ya tiene a alguien. Tú lo oíste. Ya lo oíste, le gusta alguien. Seguro ya salen. ¿Quién le diría que no? ¿Tú le dirías que no? Obviamente no, nadie a quien le gusten los hombres le diría que no. Bien, tal vez…pero serían pocas excepciones. No creo, no creo. Ya debe estar "asegurado". Y tú no necesitas esto, Draco. Tú no lo necesitas. ¿Qué harías tú si te empieza a gustar en serio un hombre con pareja? Nada. Nada, Draco, porque no se hace nada en ese caso, porque tú sabes que no se debe hacer nada en ese caso, porque tú no eres así. Eso no se hace, uno no piensa en eso. Uno no hace eso. Tú no haces eso. Tú eres mejor que eso.

Draco se alejó unos pasos pero regresó al espejo al pensar en algo y se apuntó de nuevo con el índice.

—E incluso si lo intentaras, cosa que no debes hacer jamás, si te gusta en serio un hombre que tiene una relación exclusiva y a la vez acepta tener algo contigo…tú te largas. Tú por ahí no pasas, Draco. Narcissa Malfoy no te crió de ese modo. Narcissa Malfoy te crió para que fueses prioridad, vamos a tenerlo claro. No puedes llevar a casa a alguien que te tenga de segundo. Y eso no se hace. Tú sabes que no se hace…

Cuando dejó el Ministerio ese día, se sentía casi convencido de que no sucedía nada excepcional. Estaba lloviendo y Draco iba a usar un hechizo que creara un paraguas para él. Sólo lo necesitaba para cruzar la calle, ya que su destino era la cafetería. Tomaría un café antes de ir a casa.

No esperaba que un paraguas traslúcido apareciese sobre su cabeza, saliendo del extremo de una varita. Había un mago sosteniendo la varita, por supuesto.

Y se llamaba Harry Potter.

—¿Vas a algún lado por aquí cerca? —le preguntó, en voz baja—. ¿Te pasa algo? Casi se moja tu perfecto cabello rubio…

Draco tragó en seco y se obligó a controlar el temblor de sus piernas.

—Voy a…a la cafetería.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Harry.

—Yo también. ¿Quieres que tomemos algo juntos?

Draco tomó una respiración profunda y empujó hacia abajo todos esos sentimientos cálidos, agradables y cosquilleantes que pretendían arruinar su aparente calma.

—¿No deberías irte más temprano? ¿No tienes que ir hoy con los Weasley, con tu ahijado o, no sé, con alguien más?

Carraspeó tras decir lo último y se sintió tan estúpido, pero Harry sólo siguió mirándolo con una expresión feliz y bastante dulce.

—No, no hay nadie más, Malfoy. ¿Vamos?

Gay panic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora