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Draco sacudió la cabeza frente a su reflejo y se dirigió una mirada de lo más decepcionada.

—Caes demasiado fácil. Hay que elevar esos estándares, Malfoy. Fue demasiado fácil. Tú no puedes ser así. Tú no puedes decir que sí, ir a tomarte un café con él y andar ahí como…como un tonto soltando risitas y pensando en lo guapísimo que es y lo mucho que te gusta el tacto de sus manos y en las ganas que tienes de besarlo y en lo fastidioso que es que tenga esa personalidad que te encanta…porque se supone que tú te puedes enfocar. Tú puedes pensar con la cabeza de arriba, Malfoy, que para algo la tienes, no es sólo para el hermoso cabello bien cuidado que ganó un premio de Corazón de Bruja, no, no es…

Acababa de oír que alguien jaló la cadena de uno de los cubículos.

Jamás había estado tan avergonzado en su vida.

El Auror carraspeó, se lavó las manos y evitó mirar a un muy sonrojado Draco durante todo el proceso.

Antes de irse, sin embargo, Ron hizo una pausa y se giró hacia él.

—Mira, a mí me gustaría fingir que no he oído absolutamente nada, de verdad, pero algo me dice que este…regaño o lo que sea es por Harry, ya que no creo que hayas salido a tomar un café con otro hombre ayer justo después de salir con él, y si es así, pues…él no paraba de hablar de eso tampoco.

—¿Qué…significa eso? —A Draco le tembló la voz.

Ron sólo se encogió de hombros.

—Lo que tú quieras que signifique, Malfoy, yo de estas cosas no sé, pero sí sé cuándo mi mejor amigo anda de buen humor por algo. O alguien.

Y luego abandonó el baño.

Ese día tuvieron otra reunión de Inefables y Aurores y Draco se pasó un largo rato observando a Harry hablar con el resto. Cuando se distrajeron durante un instante, Harry le regresó la mirada, sonrió y le guiñó.

Y sí, claro que Draco tembló y se le aceleró el corazón.

Gay panic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora