Nuevo vestido, nueva amiga.

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-¡OH POR EL AMOR DE DÍOS!

Me levanté de golpe.

-¿Qué...?

Rachel estaba en la puerta de mi habitación, con una expresión totalmente divertida.

-¡ANNA! ¡OH DÍOS MÍO, TAPATE!

Miré hacía abajo.

Oh dios mio.

Me cubrí con la sabana blanca, aunque era un poco tarde, Rachel ya tenía un buen material para molestarme. Por suerte, al menos tenía un sostén puesto... y bragas.

A mi lado, Ross se removió de entre las sabanas.

-¿Porqué hay tanto ruido?-murmuró contra la almohada.

Yo, por otra parte, me sonroje como loca recordando lo de anoche.

«Eres más hermosa que un ángel»

Aparte ese recuerdo de mi cabeza.

-¿Anna?-la voz de Ross me distrajo-¿Qué hora es...?-se había movido de posición en la cama y vio a Rachel en la puerta.- Oh, hola Rachel.

-¡Ross!-dijo ella- Así que... ¿Un Home-Run, eh?-dijo arqueando una ceja.

Maldita sea. Otra que puede hacerlo.

Él se sonrojo.

-Bueno...

-Tengo hambre-dije-¿Alguien quiere desayunar?

-¿No cenaste mucho, Anna?-sonrió pícara-¿Aún tienes hambre?

Maldita traidora.

-Yo la tengo-dijo un sonrojado, tirándole a tomate Ross- Es decir, hambre. Quiero desayunar.-añadió sonrojándose aún más

-Claro que tienen hambre...-murmuró Rachel mientras salía de la habitación.

Una vez vestidos-con algo que no fuera solo ropa interior- ambos salimos de la habitación y bajamos por la escalera en silencio. Pero no era uno de esos incómodos, era uno de esos buenos, y lindos. Antes de llegar al final, Ross se detuvo y choque con su espalda y me reí.

-¿Porqué te detienes?-,volví a reír-¿Ya no quieres bajar?

-No es eso-sonrió- aunque no es mala idea...

-Pervertido.

-Claaroo-dijo, e inmediatamente se puso serio.- Sobre anoche... No le digas a nadie lo de mis padres. Es complicado, y se supone que nosotros no sabemos lo de ellos.-suspiró- Eso destrozaría a mamá.

Me puse rígida.

¿Realmente creía que se lo diría a alguien? Entonces, ¿Porqué me lo dijo?

-Claro-dije- no te preocupes, que de mi, no sale ninguna palabra de anoche.

Ross se mordió el labio, pero asintió y continuó bajando.

El desayuno con Rach y Ross transcurrió como cualquier otro -pero con más señas obscenas por parte de Rach de las que normalmente habría- comimos, pláticamos, reímos y bromeamos, pero nada de eso hizo que el nudo en la boca de mi estómago desapareciera.

Una vez que Ross se había ido, y terminamos de limpiar todo, Rachel me llevó a la sala y me hizo "escupir toda la sopa" como ella lo denominó.

-¿Así que no hicieron nada?-dijo una vez que terminé.-¿Sólo jugaron un poco, pero no hubo, ya sabes, eso?

-No jugamos-contesté- simplemente... estábamos algo estresados y reaccionamos algo mal.

-Si, pero, ¿No lo hicieron?

Mi Sexy Vecino » Ross LynchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora