Paris, Francia. 1979
Oscar recién se había mudado al exuberante París, después de ciertos problemas en su país natal, había decidido tomar un puesto de trabajo ofrecido en este lugar.
Deseaba más que nada un nuevo comienzo, una nueva vida, aquí nadie lo conocía y a sus treinta y cinco esto se sentía como un gran respiro.
Simplemente pensaba en lo afortunado que era, no quería recordar los episodios desagradables del pasado, pues hace apenas seis meses habían pasado cosas terribles con su expareja y él.Se consideraba así mismo como un hombre de negocios, su principal activo se habían vuelto los viñedos y le pareció buena idea invertir con socios comerciales de este país y hacer algo de trabajo de oficina.
Empezó a vivir en un lindo boulevard de familias adineradas del lugar, en su edificio vivían el y otra familia, enfrente los Gautier, en una sola casa familiar grande, pegada a la cafetería y el modista, la casa tenía un jardín trasero era bellísima por fuera.
Su hogar era grande y sofisticado pero la casa de enfrente definitivamente opacaba, los Gautier eran dueños de casi todas las cafeterías de la ciudad, empezaron como reposteros posteriormente crearon una cadena de cafeterías populares en la región o al menos de eso se había enterado Oscar en las semanas que llevaba en su nuevo hogar.
Para él lo único interesante de ellos aparte de sus buenos postres, era Cécile, Cécile Gautier. Ella era hermosa, realmente hermosa para los ojos de cualquiera pero para Oscar era más que eso.
Eran solo sus instintos naturales los que habían gobernado su mente cuando la conoció, ella claramente era menor, apenas con veinte años, Cécile seguía siendo una consentida, su rutina era salir temprano a la universidad, pasar a la biblioteca, tal vez a una cafetería y regresar a su casa.
Él la había visto varios días hacer esa misma rutina, había descubierto que sus bebidas favoritas eran las malteadas de fresa y si había tenido un mal día tal vez una limonada con un toque de menta o incluso tal vez un té.
No podía evitarlo, cuando alguien le interesaba era así, un respetuoso observador, tenía problemas, problemas para controlar lo que sentía por una mujer, nadie había estado dispuesta a enfrentar con él esos problemas.
—Mañana por la tarde habrá una reunión para hablar sobre la comercialización con empresas extranjeras, tenga por seguro que lo veré ahí y podremos discutir más a fondo nuestros intereses, señor— Oscar se encontraba en su oficina, hablando por teléfono, quería hacer bien su trabajo, darse a conocer en la región y ser un buen socio comercial, era algo tarde vio su reloj mientras habla y este marcaba las 6:25 pm, segundos después colgó el teléfono suspirando arduamente, habían sido semanas largas, de desempacar y organizar papeleo.
7:00 pm estaba camino en su casa, llendo en su bicicleta ya que no era del todo una distancia lejana, estaba en el centro de la ciudad.
Llegó a su edificio, pudo notar que en la casa de enfrente estaba Cécile, parecía que esperaba algo a alguien, ¿Sería un atrevimiento atravesar la calle y hablarle? Quería hacerlo, quería preguntarle si necesitaba algo o que esperaba, pero no había hablado con ella aún, solamente lo había encantado el rubio de su cabello y sus ojos azules, pero no había tenido la oportunidad de acercarse.Se acercó, no lo pensó mucho, solo no quería desaprovechar tal situación. Era única la oportunidad para hablarle, era una chica de casa, ni siquiera salía de fiesta o algo de chicos de su edad. A sus ojos era peculiar y única.
—Hola, buenas noches, siento molestar pero fue imposible no verla, ¿se ha quedado afuera de casa? — pregunto poco a poco acercándose a la menor, llevaba un maletín en la mano derecha el cual paso a la otra para presentarse— Oscar, mucho gusto, vivo en el edificio de enfrente.
—Soy Cécile, respondiendo a su pregunta si, lamentablemente he perdido mis llaves de camino a casa y mi sirvienta ya no está desde hace tres horas. — tomo la mano que había estendido Oscar, pensó que la estrecharia pero el beso el dorso de su pequeña mano, ella no pudo evitar sonreír ante el gesto.— Se quien es usted, mi padre habla sobre su viñedo en el sur y lo mucho que le encanta el vino que traen de ahí.
— Admito que es muy rico, soy su socio comercial pero es un viñedo de la familia completamente no es mío pero lo manejo, por otro lado, ¿no le gustaría pasar a mi departamento en lo que llega alguien que pueda abrir su hogar? — la rubia asintió después de voltear hacia las calles y no ver algún rastro de sus padres.
— Es usted muy amable, aparte el clima estaba empezando a tener mala pinta, no me gustaría que lloviera estando yo afuera. — murmuró mientras subían las escaleras para entrar a su departamento. Las paredes grises del corredizo le daban un aspecto pálido al lugar, el pelinegro estaba abriendo la puerta y cuando lo hizo dejo que ella pasará primero.
Era un departamento grande y espacioso, no había muchos muebles pero lo necesario para un hombre soltero, su sofá era demasiado llamativo, era de color blanco, con cojines negros, simplemente le encantaba, por que justo enfrente tenía una pequeña biblioteca.
—¿Son sus libros? — pregunto ella mirándolo de reojo con una sonrisa, camino hasta su estante de libros y saco uno que parecía una enciclopedia, la regreso y siguió viendo —
—Algunos, no todos, unos ya estaban en el departamento con los muebles.— observa como ella hojeaba unos libros, era totalmente encantador tenerla con él, en ese preciso momento. Sus cabellos dorados ligeramente desordenados y sus labios rojizos, ¿Cómo podía ser tan hermosa ante sus ojos?
— ¿miedo a volar? — murmuró la chica mientras sacaba el libro y después alzaba su mirada hacia él, era una lectura bastante atrevida— ¿Usted cree en el matrimonio?
— La lectura no trata sobre el matrimonio, trata sobre una mujer y su amante. — ella asintió, y volvió a dejar el libro en su lugar mordiendo ligeramente su labio inferior.
— Las malas lenguas dicen que usted esta casado — dijo alzando su vista hacia él, y recargandose en el mueble que tenía atrás. — no es por ser chismosa, es plena curiosidad.
Era muy curiosa y a pesar del intento Oscar de no hacerse notar mucho, ella lo había hecho, si parecía un hombre discreto pero desdel el día que llegó, ella se dió cuenta y no es que estuviera interesada de una manera indecente, el era un hombre mayor y ella tenía que respetar eso.
— No estoy casado, querida. Lo estuve, recién hace un año de mi divorcio. — apretó los labios, no le gustaba hablar de eso, trataba de olvidar a toda costa a su ex.
— Lo siento, es mejor que deje de preguntar, yo aún no comprendo todo, incluso las palabras me salen con facilidad, sin pensar. — se puso nerviosa por las facciones del mayor a su pregunta y el tono con el que respondió, parecía un tema incómodo.
Escucho un auto estacionarse, y la voz de su padre junto con la de su madre, era tarde y las calles estaban algo vacías, claro que la llegada era ruidosa.
— Llegaron mis padres, le agradezco mucho por dejarme estar un rato aquí, fue un gusto, señor.
— Fue todo mío, preciosa. — se despidió besando nuevamente besando el dorso de su mano y dejándola salir de su departamento.
Cerro la puerta detrás de ella, sus fosas nasales se llenaron del dulce aroma de la contraria, recargo la frente en la puerta por unos segundos y volvió a la ventana para ver cómo ella entraba a su hogar.
Ella lo miro de reojo antes de cerrar la puerta con una dulce sonrisa, definitivamente era especial.
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Ultraviolence | Oscar Isaac
Fiksi PenggemarDonde Oscar no puede controlar lo que siente por una mujer y donde Cécile se enamora de un hombre mayor sin saber lo que eso implica. ✩ Capítulos cortos ✩Historia corta