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Creyó que mudarse a Ansan sería lo que necesitaba, que iba a estar tranquilo e iba a ser feliz. Pero no fue tan fácil como creyó.
Ciertamente, el departamento era acogedor y grande, había espacio para él con todas las comodidades que tuvo antes con sus padres.

Pero nada estaba como quería.

Por más que el primer día de su llegada fue presentado al señor Im, esposo de su tía y padre de YoonAh, y él amablemente le dijo que era más que bienvenido; Yoongi no lograba adecuarse. Se sentía un intruso en casa ajena, por más que intentaron incluirlo en ciertas dinámicas familiares, él tenía miedo, su familia siempre fue muy distinta.

En la mesa se hablaba de economía y el trabajo, de estudios y música; en cambio, la familia de YoonAh bromeaba y hacía planes de fin de semana, hablaba de anécdotas y deberes de la casa. Agradecía inmensamente que los primeros días no le exigieran participar, que le dieran su espacio y tiempo de duelo.

Sin embargo, comenzó a sentirse inútil, volvía a tener comodidades que con su abuelo perdió, pero no las sentía propias. Solo estaba ahí porque YoonAh intercedió para que fuera llevado a Ansan, de lo contrario hubiera terminado en un orfanato del gobierno o sino en Australia con su tío omega. Debía de ser agradecido porque sus tíos en cualquier momento podían decidir dejarlo o echarlo de la casa. Además de disculparse con su tío por haber sido grosero con él, solo quería ayudarle y él se comportó como un niño malcriado.

Yoongi quiso comenzar a comportarse como un buen inquilino, abandonó su reclusión en la habitación que le fue dada y comenzó a apoyar en las labores de casa. Al menos hasta que se terminaran de regularizar sus papeles de la escuela para su traslado.

Era increíble hasta para él, pero comenzó a ansiar volver a estudiar, no para socializar o algo, sino para no quedarse encerrado y vivir como un parásito. Lamentablemente, no pudieron hacer mucho por él y perdió mitad del año escolar, debía volver a repetir el año y lo detestó.

Volvió a encerrarse en su habitación a leer comics o a practicar con la guitarra de su madre, se sentía muy frustrado, no quería ver a nadie y solo entablaba conversaciones con YoonAh cuando está volvía de la escuela y le contaba lo que había hecho, de sus amigas y su novio.

De alguna manera conversar con su prima le aliviaba porque también traía con ella una bolsa de mandarinas "para domar a la bestia" decía ella.

Las pocas veces que convivía con su tía, aprendió que ella era más cálida que su madre, con un instinto maternal innato al que no estaba acostumbrado, con una paciencia infinita para tratar con él y la mejor disposición para enseñarle cualquier cosa.

Ella le explicó sobre los cambios que experimentaría a esa edad, la relevancia de su segundo género o jerarquía y cómo proceder en cada caso. Incluso si lo notaba reticente a la idea de presentarse como algo más que un beta, ella reía con ternura y despeinaba sus cabellos.

También aprendió a cocinar, su tía tenía un trabajo remoto por lo que podía darse el lujo de experimentar en la cocina a su gusto, algo que él aprendió rápidamente. Parecía ser un talento innato el suyo por la cocina, pero también era un desastre para las demás labores domésticas.

—Si te presentas como omega, el cielo salve a tu alfa. Mejor contrata servicio de limpieza—bromeaba ella sin saber que la idea de ser un mal omega se arraigaba en su cabeza poco a poco y le era incómodo, por eso mismo se aferraba a ser un beta, por su propio bien.

Aprender labores domésticas y de contabilidad estuvo bien para los dos primeros meses de su nueva vida, pero ya comenzaba a aburrirse y estresarse. Comenzó a estar más inquieto y a morder sus uñas por la ansiedad que sentía a medida que se acercaba su cumpleaños, con doce años ya debía estar presentándose y aunque estaba seguro de que sería un beta, no dejaba de rondar la incertidumbre en su cabeza.

♡《𝑻𝒂𝒏𝒈𝒆𝒓𝒊𝒏𝒆𝑴𝒊𝒍𝒌》♡ (Kookgi Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora