Capítulo 2

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Al poco rato abrí los ojos y descubrí que todo era parte de un lindo sueño. Tenía las bragas totalmente mojadas y la hora me daba una gran bofetada, por lo tarde que era. Era mi primer día de clases en mi nueva escuela. Durante años había usado pantalón y ahora, en la nueva escuela, debía usar falda azul marino, camisa blanca de manga corta y una corbata horrible, que aún no sabía cómo ponerme.

Fui como una bala a mi guardarropa y saqué la percha con mi uniforme. Me quité el pijama y el suéter, y me puse como loca la camisa, la corbata y la falda y le di un poco de lustre a mis zapatillas. Me hice un peinado de coleta y cogí un poco de colorete y perfume de lavanda. Era extraño que mi padre no hubiera soltado sus gruñidos matutinos.

Sentí el aire viciado, como un hedor particular proveniente de nuestra cocina. Antes de salir para el colegio le di una ojeada rápida. Al parecer, mi llegada había sido oportuna, ya que me percaté de que había una fuga de gas. La puerta se había atascado otra vez y costaba un esfuerzo sobrehumano destrabarla.

Mi padre estaba en el baño, Dios sabe desde qué hora.

Por suerte había una abertura al lado, donde yo podía caber, por mi delgadez. Al menos debería agradecerle a Dios no ser gorda.

Cogí una silla y subí con mucha dificultad. Pude atravesar el boquete y entrar a la cocina. Antes de sofocarme con el gas cerré la llave del tanque y abrí las ventanas. Si hubiera encendido la luz ya hubiera estado en el cementerio. 

Mi padre se había dormido en el baño. Salí de la cocina, cogí mi mochila y salí de casa. 

No sé lo que me esperaba, pero con mi amiga en otro colegio y un nuevo uniforme la mañana no iba a ser nada buena. Por mi cabeza rondaba aquel chico misterioso, cuyo nombre no recordaba. Jamás había soñado algo parecido.

Mi travieso galán ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora