Se considera que la edad dorada de la piratería en Europa y América comenzó en 1710. La prosperidad de los bárbaricos piratas solo aumentó en aquella época. El mundo auguraba en silencio el ascenso de tal criminal profesión hacia lo más alto de la s...
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Adele se mantuvo estática, en la misma posición, sin perder contacto visual. Hacía alrededor de un minuto que Nicolás había intentado morderla como si de un perro se tratara. Ella no sabía cómo reaccionar ni cómo tomar aquello, así que la respuesta de su organismo fue quedarse quieta, esperando que, al igual que con un cachorro, cuando no se sintiera intimidado, el navegante dejara de intentar defender su territorio.
—¿Y tú qué haces aquí? —inquirió él, incorporándose. Se cruzó de brazos. Casi como si se tratara de magia, el sabueso agresivo de hacía unos segundos había desaparecido.
—El capitán... Shanks me envió para ayudarle —contestó ella, apuntando a la puerta, lugar por el que había salido el aludido.
—Oh, ya veo. Entonces ayúdame... —Nicolás tomó uno de los mapas cerrados y trazó una línea imaginaria entre Adele y el interior de la habitación. Luego le sonrió—. Quedándote ahí.
La joven parpadeó consecutivas veces. Agachó la cabeza para ver el piso, y luego la alzó un poco indignada.
—Pero yo... —Intentó cruzar el límite de la línea imaginaria, pero un ladrido por parte de Nicolás se lo impidió. Rápidamente retrocedió hasta chocar con la puerta abierta—. Solo quiero ayudar.
—Si, de la maravillosa forma en que ayudaste a todos en el barco —dijo sarcástico el varón, dándose media vuelta. Colocó el mapa sobre la mesa y lo abrió. Tomó un compás y, de una forma perfectamente entendible para la joven, midió distancias—. Los rumores sobre tí corren como agua por el barco. Solo quédate ahí y procura no hablar mucho.
Adele suspiró, completamente insatisfecha, sin dejar de ver a Nicolás, anhelando lo que él estaba haciendo.
Shanks, que se encontraba tomando una copa con Benn luego de dar la orden de ponerse a trabajar a todos los piratas del barco, pasó riéndose con su amigo cerca de la sala de mapas. Por un instante se detuvo al contemplar a Adele sentada en el suelo, recostada a la puerta, abrazada a sus pies, con la barbilla apoyada en su rodilla, vislumbrando a Nicolás con un infinito deseo en el destello dorado de sus ojos.
Le sacó una pequeña risa. Sabía que la fina jovencita no iba a poder con eso. Sabía que le había dado una tarea imposible.
Al sentir la potente mirada de alguien sobre ella, Adele fijó su vista en los alrededores. Abrió sus ojos de par en par al pillar al capitán sonriéndole de forma prepotente y engreída. Por alguna razón le pico en el orgullo que él alzara su copa en su dirección. Se estaba mofando de ella, y eso no podía permitírselo.
Por supuesto que el apuesto y poderoso pirata no apostaría por una dama de alta clase para domar a la bestia que se escondía en la sala de mapas. Pero precisamente por esa razón, ella quería hacerlo. La había dejado ahí a propósito para que fracasara y dejara de intentar ser alguien en ese barco, eso Adele si lo comprendía, siempre había podido leer muy bien a las personas.