Capítulo 2

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La taberna se encontraba concurrida

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La taberna se encontraba concurrida. Nadie se había alarmado por el inminente escape de Adele, puesto que todos tenían plena confianza en que regresarían con ella. Solo era cuestión de tiempo.

Uno de los hombres que se encontraba comiendo en las mesas, también el más temido, se puso en pie. Dio un sorbo a su botella de ron de tal modo en que el líquido descendió de su boca a través de toda su barbilla y garganta. Se secó bruscamente con la mano y esbozó una gran sonrisa antes de comenzar a caminar con dirección a la barra.

Todos observaron en silencio y algo atemorizados. Varios habían tenido las desdicha de desafiarlo cuando llegó, puesto que el pirata era fuerte y lo sabía, haciéndolo denotar en sus acciones narcisistas, cosa que molestó a más de uno. Dicha molestia le costó la dignidad a todo aquel que lo retó.

—Quiero a la chica —espetó, arrecostándose a la barra. Miró al dependiente y dueño del negocio antes de tomar sin tan siquiera preguntar otra botella, la suya ya estaba vacía—. Te pagaré el doble que estas escorias, Edmud.

—Si nadie tiene más para ofrecer será toda tuya —contestó simple el aludido. Al parecer se conocían—. Pronto ese cabeza hueca regresará con ella. Ten paciencia, Smit.

El pirata ensanchó su gigantesca y grotesca sonrisa lo más que pudo. Destapó la botella y comenzó a beber nuevamente. Estaba complacido.

—Es la mejor mercancía que has tenido nunca —confesó, antes de eruptar—. Ya quiero escuchar todos los grititos que saldrán de esa linda boquita.

—No molestes a mí clientela —adviritó Edmud, dedicándole una mirada mordaz. Conocía de buena mano los métodos sadistas que tenía Smit para tener sexo. Sabía que esa mujer tan frágil no soportaría tal ritmo sin quebrarse.

—Tranquilo, cuando la escuchen gritar como la perra que es, todos querrán probarla —comentó envuelto en carcajadas.

Tras escuchar semejante declaración todos los presentes estallaron también en risas. Le daban la razón a Smit. Nadie se atrevía a luchar por ser el primero con Adele porque sabían que no tenían oportunidad, pero en el fondo, desde que la vieron, morían de ganas por follársela.

En ese instante, irrumpiendo las melodiosas carcajadas que resonaron por toda la taberna, la puerta de la misma fue abierta bruscamente. Aquello logró callar de repente a los piratas y bandidos que allí se encontraban, obligándolos a colocar su vista sobre la persona que había provocado semejante escándalo.

Entrando con total confianza y una sonrisa plasmada en sus labios se encontraba Shanks. Sus pasos eran pausados y lentos, aún así tenían la capacidad de resonar por todo el lugar. Detrás de él estaba Adele, escondida en sus espalda, aferrada a su capa.

Ella observó nuevamente toda la taberna, atemorizada, pero curiosamente sintiéndose un poco segura por la presencia de aquel hombre que le había jurado llevarla sana y salva a casa. Tragó saliva al sentir todas las miradas, más que en él, en ella. Se sintió minimizada y examinada, aquello solo provocó que se pegara más a la espalda del pelirrojo, lugar donde notó lo ancha que era.

Travesía °|Akagami Shanks|° ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora