ᥫ᭡ Capítulo 07 : Sorpresa inesperada

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Te encaminabas hacia la entrada de Mondstadt

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Te encaminabas hacia la entrada de Mondstadt. Habías viajado a Liyue para hacer tus comisiones, puesto a que Katheryne te recomendó un cambio de clima y de lugar, aún así la ciudad de la libertad seguiría siendo tu hogar.

Los caballeros de siempre te saludaron con felicidad, les alegraba volver a verte en la ciudad aunque solo te vieran una vez o dos veces al día.

Necesitabas llegar a casa, pero le habías concedido a tu novio el honor de cuidar la relajatetera mientras tú no estabas.
Comenzaste a buscarlo por toda la ciudad pero al parecer no había rastro de él, incluso les preguntaste a tus amigos.


Fuiste con Jean. .
— Lamento decirte que no lo he visto, perdón por no ser de ayuda — Te dijo.

Con Lisa. .
— Venti no suele venir a la biblioteca querida. Aparte, en este corto tiempo que me he pasado buscando a quienes no entregan los libros a tiempo no lo he visto — Respondió recogiendo varios de los libros que estaban en la mesa.

Fuiste al obsequio del Ángel encontrándote con Diluc. .
— No he visto a ese bardo, ya van varios días que no viene a la taberna. Pero, si llegas a verlo dile que me pague la cuenta — Te respondió mientras limpiaba un tarro.

¡Incluso con Albedo!
— ¿Venti? — Asentiste — No, no le he visto — Dijo sin más.


Sin rastro alguno de tu adorado bardo, descansaste en un pequeño banco de madera. Ya se estaba haciendo de noche, ya que los tonos cálidos y fríos no evitaban en salir en el cielo que horas antes era azul.

De pronto un pequeño gato negro se sentó frente a ti. Sus ojos color verde te llamaban su atención. Comenzó a maullar para luego retirarse. Aunque parecía que quería que lo siguieras, ya que te esperaba desde la esquina de uno de los edificios de la ciudad.


— ¿Quieres que te siga? — Le preguntaste al gatito, el solo
maulló en respuesta — Está bien ~ — Comenzaste a seguirle el paso.

El pequeño gatito daba vueltas por cualquier parte, te recordaba a los seelies que no se deciden por donde ir. Unos minutos más tarde, el gato se paró en una esquina y dirigió tu mirada hacia ti. Con curiosidad miraste lo que había, era la relajatetera.


— ¿Todo este tiempo estaba aquí? — El gatito maulló — ¡Como pude estar tan ciega! — Exclamaste colocándote las manos en la cara.


El gato estaba apunto de irse, pero sin previo aviso lo tomaste y lo abrazaste fuerte. El pobre gatito parecía que se quedaba sin aire a lo que lo dejaste en el suelo de nuevo y te adentraste a la relajatatera, no sin antes agradecerle.

Al entrar en la zona de la energía adéptica, te dirigiste a la gran casa que se encontraba frente a ti.


— Bienvenida de vuelta, _______. Cuando estás aquí este lugar se ve más animado — Te saludo el espíritu de la tetera, Gordi.

¿𝗘𝘀𝘁𝗼 𝗲𝘀 𝗔𝗺𝗼𝗿? ─ Venti y Tu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora